ZORRO, LA ESPADA Y LA ROSA: FINAL PARA UNA PRODUCCION TOTALMENTE IRREGULAR
Lima, 11 Septiembre 2007, Por: Richard Manrique Torralva / El Informante Perú.- Se acaba “Zorro, la espada y la rosa” que, como suele suceder con producciones que generan expectativa, estas no pasan de ser productos irregulares y sin ningún atractivo adicional. En el caso del Zorro, nos endilgaron una aventura disfrazada de romanticismo empalagoso que finalmente no llegó a adueñarse de las preferencias de los televidentes, tal como lo esperaban sus productores.
Es que conformen transcurrían los capítulos la historia de la pareja central (Christian Meier y Marlene Favela) se hundía en el más profundo ostracismo sin ningún atractivo adicional ¿Y porqué sucedía esto? Simplemente porque Kiko Olivieri (quien adaptó la historia) en lugar de encontrar diferencias y tomar algunas virtudes del personaje central, convirtió la trama en una secuela de “La Tormenta” (Noten la comparación entre ambas novelas y encontrará que los padecimientos de “Esmeralda Sánchez de Moncada” y “María Teresa Montilla” son igual de trágico y sufrido aunque con la salvedad que cada una pertenece a una época diferente).
"Zorro: La Espada y la Rosa" nos presenta las aventuras de este legendario héroe, cuyo verdadero nombre es Diego de la Vega (aceptable Christian Meier), un hombre culto, refinado y rico. Pero lo que pocos saben es que Diego también es un misterioso personaje que viste de negro y protege a los menos afortunados; un héroe a quien todos conocen como "El Zorro".
La historia se desencadena cuando Diego de la Vega, hijo del militar Alejandro de la Vega (bien Osvaldo Ríos) conoce a la encantadora Esmeralda (irregular Marlene Favela), la hija menor del peligroso y temido Fernando Sánchez de Moncada (excelente Arturo Peniche) quien no olvida su amor por María Pía (excelente Andrea Montenegro).
Si nosotros en nuestro comentario anterior (Ver artículo: El Zorro cabalga despacio) alabábamos los personajes secundarios, ahora debemos decir simplemente que el talento actoral ahí reunido salvo en mucho a esta producción.
Es que casi al final de la trama parecía que Oliveri deseaba dar un giro y mostrar una aventura, propia del enmascarado negro, sin embargo ya era demasiado tarde, tanto a nivel de audiencia como a nivel de guión, pues difícilmente el público se iba a sentir atraído a un personaje como el estereotipado Zorro, dubitativo, taciturno, atado de pies y manos porque debía correr hacia los brazos de su amada y no hacia su verdadera misión como era la de salvar vidas y hacer justicia.
Pasó aquí en el Perú con “Canela” (Perú 1995- Diego Bertie- Astrid Gruber) cuando el productor Humberto Polar en su afán de mostrar una telenovela “diferente” presenta una historia sin villanos (¿?). Imperdonable para producciones de este tipo con lo que su “audacia” fue castigada con una irregular sintonía cediendo el paso para que su competidor, Michel Gómez lo apabullara con una de sus producciones. Polar enmienda, casi a la mitad de la novela, y da al público lo que quiere, unos villanos tan perfectos como maquiavélicos (excelente Kathy Serrano), pero era ya demasiado tarde, la sintonía nunca fue igual.
Acá sucede lo mismo Oliveri enmienda la plana y presenta una aventura clásica del héroe enmascarado con una destacada secuencia (el cumpleaños de la reina), pero lo desarma completamente al querer insistir con Marlene Favela que en el colmo de los colmos la convierte en una “espadachín enmascarada” gracias a sus amigas "las amazonas".
Olivieri olvida que la pareja principal tiene que tener esa química tan perfecta como delineada tanto en el guión como en las escenas en que se filma. Otro ejemplo, de los dos libretos colombianos adaptados por Televisa; “Destilando amor” (Televisa 2007) es mucho mejor que la desastrosa “Yo amo a Juan Querendón" (Televisa 2007), producción que deja en ridículo a Eduardo Santamaría que no está para ese papel, y eso se debe, a que "Destilando amor" no solo es una mejor adaptación de la historia original (Café con aroma de mujer), sino porque no solo tiene grandes aciertos en el guión, como por ejemplo, el de convertir las plantaciones de café en producciones de tequila; sino también a la gran presencia de Angélica Rivera y el gordito Eduardo Yánez como las perejas centrales que fortalecen la historia y hacen que los seguidores de Guy Ecker y Margarita Rosa de Francisco se peleen en los foros telenoveleros por saber quien interpreta mejor esta cautivante historia colombiana.
Aquí la historia mantiene su irregularidad por los motivos expuestos. Por eso resulta chistoso ese final arreglado en la que el hijo del Zorro se convierte en su sucesor, ¿de qué?. Si a lo largo de casi 150 capítulos solo observamos heroísmo y amor embobado hacia su amada y no hacia la gente humilde. Aquella que lo encumbró como el personaje del siglo XIX según las historietas que de él se publicaron. La producción debió equilibrar mejor la trama.
Seguimos pensando que con el capital invertido las cosas pudieron mejorar, pues los buenos recursos técnicos acorde con el producto presentado auguraban una impecable producción. Sin embargo se les pasó lo más importante y central, básico en una producción de este tipo, que es el guión, pues con todo lo gran profesional que es Kiko Olivieri, digamos, que esta vez, sufrió un traspiés en su carrera profesional.
El talento actoral fue de primera destacando Arturo Peniche, Oswaldo Ríos, Harry Geithner así como el bello tema compuesto para la telenovela (cosa que los peruanos no podemos percibir por la bendita costumbre de los canales peruanos de cortar las entradas de las telenovelas y dar paso a la historia olvidando todo derecho que tiene el televidente de espectar todo el producto en general a la par que con ello se deja de lado el que se muestre el logro profesional de cada una de las personas que contribuyen al desarrollo de estas producciones).
La telenovela filmada en Alta Definición (ya realizada en nuestro país en alguna de las producciones de Capitán Pérez) le dio esa imagen de leyenda y misterio a la trama, aunque dudamos que se vuelva realizar otra producción con este tipo de filmación debido a los resultados obtenidos.
Mención final para los actores peruanos, dejando de lado los chauvinismos nacionalistas, aportaron y mostraron su profesionalidad, Tanto Andrea Montenegro como Javier Delgiudice cumplieron con creces en sus respectivos personajes. Mientras Christian Meier se consolida como uno de los galanes de exportación aunque esta vez su actuación no haya sido del todo satisfactoria.
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Es que conformen transcurrían los capítulos la historia de la pareja central (Christian Meier y Marlene Favela) se hundía en el más profundo ostracismo sin ningún atractivo adicional ¿Y porqué sucedía esto? Simplemente porque Kiko Olivieri (quien adaptó la historia) en lugar de encontrar diferencias y tomar algunas virtudes del personaje central, convirtió la trama en una secuela de “La Tormenta” (Noten la comparación entre ambas novelas y encontrará que los padecimientos de “Esmeralda Sánchez de Moncada” y “María Teresa Montilla” son igual de trágico y sufrido aunque con la salvedad que cada una pertenece a una época diferente).
"Zorro: La Espada y la Rosa" nos presenta las aventuras de este legendario héroe, cuyo verdadero nombre es Diego de la Vega (aceptable Christian Meier), un hombre culto, refinado y rico. Pero lo que pocos saben es que Diego también es un misterioso personaje que viste de negro y protege a los menos afortunados; un héroe a quien todos conocen como "El Zorro".
La historia se desencadena cuando Diego de la Vega, hijo del militar Alejandro de la Vega (bien Osvaldo Ríos) conoce a la encantadora Esmeralda (irregular Marlene Favela), la hija menor del peligroso y temido Fernando Sánchez de Moncada (excelente Arturo Peniche) quien no olvida su amor por María Pía (excelente Andrea Montenegro).
Si nosotros en nuestro comentario anterior (Ver artículo: El Zorro cabalga despacio) alabábamos los personajes secundarios, ahora debemos decir simplemente que el talento actoral ahí reunido salvo en mucho a esta producción.
Es que casi al final de la trama parecía que Oliveri deseaba dar un giro y mostrar una aventura, propia del enmascarado negro, sin embargo ya era demasiado tarde, tanto a nivel de audiencia como a nivel de guión, pues difícilmente el público se iba a sentir atraído a un personaje como el estereotipado Zorro, dubitativo, taciturno, atado de pies y manos porque debía correr hacia los brazos de su amada y no hacia su verdadera misión como era la de salvar vidas y hacer justicia.
Pasó aquí en el Perú con “Canela” (Perú 1995- Diego Bertie- Astrid Gruber) cuando el productor Humberto Polar en su afán de mostrar una telenovela “diferente” presenta una historia sin villanos (¿?). Imperdonable para producciones de este tipo con lo que su “audacia” fue castigada con una irregular sintonía cediendo el paso para que su competidor, Michel Gómez lo apabullara con una de sus producciones. Polar enmienda, casi a la mitad de la novela, y da al público lo que quiere, unos villanos tan perfectos como maquiavélicos (excelente Kathy Serrano), pero era ya demasiado tarde, la sintonía nunca fue igual.
Acá sucede lo mismo Oliveri enmienda la plana y presenta una aventura clásica del héroe enmascarado con una destacada secuencia (el cumpleaños de la reina), pero lo desarma completamente al querer insistir con Marlene Favela que en el colmo de los colmos la convierte en una “espadachín enmascarada” gracias a sus amigas "las amazonas".
Olivieri olvida que la pareja principal tiene que tener esa química tan perfecta como delineada tanto en el guión como en las escenas en que se filma. Otro ejemplo, de los dos libretos colombianos adaptados por Televisa; “Destilando amor” (Televisa 2007) es mucho mejor que la desastrosa “Yo amo a Juan Querendón" (Televisa 2007), producción que deja en ridículo a Eduardo Santamaría que no está para ese papel, y eso se debe, a que "Destilando amor" no solo es una mejor adaptación de la historia original (Café con aroma de mujer), sino porque no solo tiene grandes aciertos en el guión, como por ejemplo, el de convertir las plantaciones de café en producciones de tequila; sino también a la gran presencia de Angélica Rivera y el gordito Eduardo Yánez como las perejas centrales que fortalecen la historia y hacen que los seguidores de Guy Ecker y Margarita Rosa de Francisco se peleen en los foros telenoveleros por saber quien interpreta mejor esta cautivante historia colombiana.
Aquí la historia mantiene su irregularidad por los motivos expuestos. Por eso resulta chistoso ese final arreglado en la que el hijo del Zorro se convierte en su sucesor, ¿de qué?. Si a lo largo de casi 150 capítulos solo observamos heroísmo y amor embobado hacia su amada y no hacia la gente humilde. Aquella que lo encumbró como el personaje del siglo XIX según las historietas que de él se publicaron. La producción debió equilibrar mejor la trama.
Seguimos pensando que con el capital invertido las cosas pudieron mejorar, pues los buenos recursos técnicos acorde con el producto presentado auguraban una impecable producción. Sin embargo se les pasó lo más importante y central, básico en una producción de este tipo, que es el guión, pues con todo lo gran profesional que es Kiko Olivieri, digamos, que esta vez, sufrió un traspiés en su carrera profesional.
El talento actoral fue de primera destacando Arturo Peniche, Oswaldo Ríos, Harry Geithner así como el bello tema compuesto para la telenovela (cosa que los peruanos no podemos percibir por la bendita costumbre de los canales peruanos de cortar las entradas de las telenovelas y dar paso a la historia olvidando todo derecho que tiene el televidente de espectar todo el producto en general a la par que con ello se deja de lado el que se muestre el logro profesional de cada una de las personas que contribuyen al desarrollo de estas producciones).
La telenovela filmada en Alta Definición (ya realizada en nuestro país en alguna de las producciones de Capitán Pérez) le dio esa imagen de leyenda y misterio a la trama, aunque dudamos que se vuelva realizar otra producción con este tipo de filmación debido a los resultados obtenidos.
Mención final para los actores peruanos, dejando de lado los chauvinismos nacionalistas, aportaron y mostraron su profesionalidad, Tanto Andrea Montenegro como Javier Delgiudice cumplieron con creces en sus respectivos personajes. Mientras Christian Meier se consolida como uno de los galanes de exportación aunque esta vez su actuación no haya sido del todo satisfactoria.
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