YVONNE FRAYSSINET: "JAMÁS ME HE TRAÍDO UN PERSONAJE A CASA"
Yvonne Frayssinet es la popular "Madame Francesca" en la exitosa teleserie "Al fondo hay sitio". En la foto Yvonne junto a Diego Elías, en la obra de teatro "Olivia y Eugenio". Fotos: ANDINA.
Lima, 09 Setiembre 2009, (ANDINA).- El trabajo de actriz no es sinónimo de martirologio para Yvonne Frayssinet sino de pasión y creatividad para abordar cada uno de los personajes que interpreta en el teatro, el cine o la televisión. Conversamos con ella en un descanso en las grabaciones de la serie “Al fondo hay sitio” y a poco de iniciar en la sala Larco la temporada de la obra “Olivia y Eugenio”.
Con la trayectoria que usted tiene es difícil no asociarla con la actuación. En todo caso ¿qué estaría haciendo ahora de no ser actriz?
Siempre me llamó la atención lo creativo. La pintura y el dibujo me tentaron siempre, pero es algo a lo que hay que dedicarle bastante tiempo.
¿Alguna vez hizo algún trabajo en ese rubro?
Cuando era chica. Me gustaba mucho. Era mi pasión, pero el teatro ganó.
Como actriz ¿ha tenido más satisfacciones que pesares?
Más satisfacciones. Basta que uno desarrolle un trabajo y tenga un texto bueno. Compartir con compañeros y gente inteligente es muy gratificante. Por supuesto hubo mucho trabajo. Muchas veces me sentí cansadísima, pero me sirvió para que ahora no me canse con nada.
Muchos actores señalan que en el Perú dedicarse a esta carrera es algo heroico
Dicen que son mártires.
Exacto. ¿Nunca se sintió así?
Jamás. Me considero muy feliz. Siempre tuve el privilegio de estar frente al público desarrollando lo que uno hace con pasión. Eso para mi es un premio y no lo considero martirio para nada. Si hubiese sido un martirio, me hubiese salido corriendo.
¿Dónde se siente más cómoda una actriz como usted? ¿En el cine, el teatro o la TV?
Todos tienen su encanto. En términos de la distancia que hay entre público y actor, el teatro te exige más, físicamente, porque hay que expresar con todo el cuerpo algo. La voz tiene que llegar hasta el espectador de la última butaca. En la televisión la distancia llega hasta donde está la cámara, y en el cine tiene que ser mucho más interior el trabajo; pero en todos hay la misma exigencia.
¿Algún papel le resultó muy difícil de interpretar?
La mayoría de papeles me resultan difíciles cuando los miro por primera vez. No es fácil. Lo disfruto porque me gusta, pero siempre es un trabajo delicadísimo, y hay que estar muy atento pensando mucho y muy concentrado en todo: en la voz, en como vas moviendo tu cuerpo. Ningún personaje me ha resultado fácil. Nunca.
Quienes vemos la actuación desde afuera, creemos que mientras más afinidad tenga un actor con el personaje al que interpreta, más fácil desarrollará su labor. Parece que no es tan exacto.
Será más fácil abordar al personaje, pero representarse a uno mismo también es fastidioso. Un personaje cercano a uno te exige una entrega muy especial. Un personaje ajeno implica un trabajo de campo diferente, porque se trata de ser otra persona. Si uno es uno mismo, puede resultar muy agradable si eres muy carismático. Hay muchos actores de Hollywood que se representan siempre a sí mismos, y tienen éxito porque la gente los quiere; pero el actor, para mi, es principalmente el que se transforma.
¿Y qué hay de aquellos cuya transformación sobrepasa el momento de la actuación?
Yo termino de interpretar al personaje, me quito la ropa y lo dejó allí. Jamás me he traído un personaje a casa.
¿Se requiere de alguna habilidad para evitar eso?
No, pero hay quienes se apasionan de una manera tal que entran a otra dimensión. Eso de que el personaje se vaya con uno sucede en esos casos. Por ejemplo tenemos a Bela Lugosi y Drácula, pero son casos que no entran en lo normal. No creo que un actor que deje que el personaje se posesione de él sea una persona muy equilibrada.
Tal vez le falte cierto equilibrio psicológico
Sí. Hay algún problema allí.
A lo mejor quienes optan por la actuación tratan inconscientemente de llenar algún vacío psicológico, tratando de convertirse en otras personas aunque sea un momento.
Ser actor es un trabajo. Hay muchos que no son actores y están trabajando en las tablas o en la televisión, y les gusta tanto que fungen ser actores. Pero el actor es otra cosa: el actor cambia, se transforma. De repente es una persona muy modosita, pero lo desconoces viendo componer a algún personaje opuesto a eso. Hay una transformación y una convicción en lo que está haciendo. Transmite. Digamos que le presta su cuerpo a un personaje.
¿Ha descubierto aspectos poco evidentes de su personalidad actuando?
Sí. He podido hurgar en registros que van desde la farsa hasta la tragedia. He dado un codo a cada una, de acuerdo a las exigencias del personaje. Encasillar al actor es erróneo. Podemos hacer todos los personajes. Depende de la habilidad de cada uno, y de su trabajo de campo y esfuerzo.
¿Le ha pasado que en la calle, el público en general no la trata como a Ivonne Frayssinet, sino como el personaje al que interpreta? A lo mejor eso ocurre con “Francesca”, su personaje en la serie “Al fondo hay sitio”.
Solo con la gente que no me conoce; los más chicos mayormente, me dicen “madam”, pero con tantos años que tengo en esto, muchos me conocen.
¿Siente que este programa le ha dado mayor popularidad?
Si. Este fenómeno que ha constituido a la serie nos ha agarrado a todos por sorpresa. Todos somos muy populares. Nos reconocen siempre. Nos sorprendemos por tanto reconocimiento y cariño. Es un verdadero baño de popularidad.
¿No se lo esperaban?
Cuando Efraín Aguilar nos convocó, dijo: “ustedes son los mejores y vamos a ganar; haremos un programa maravilloso; tendremos éxito”. Lo dijo con tanta seguridad que me sorprendió, porque los actores siempre decimos “ojalá”. Fue lindo que todo se cumpliera.
En la nueva obra teatral que está montando en todo este mes, “Olivia y Eugenio”, está implícito el tema de quienes tienen Síndrome de Down. Resulta extraño encontrar este tipo de temas en el teatro limeño.
La obra es una reflexión y un monólogo. Su director, Joaquín Vargas, dice que incluir a Diego Elías, que es el personaje con síndrome de Down, es un plus; pero no se trata de verlo como un problema. Es una bendición. Después de 30 años esa mujer no se va a quejar de que su hijo sea down. Ya lo asumió plenamente, y la gracia de él hace que ella dude en realizar ciertas cosas nefastas. Su amor, presencia y candor la hacen reflexionar hacia algo bueno. Lo interesante es que, al mencionar el caso, incluimos en el teatro a un joven con esas características.
Es algo inusual en nuestro país, ¿no?
Sí, y ya se va a hacer en España. Herbert Morote, el autor, es peruano y vive allá. Me dijo también que se está traduciendo al sueco a pedido de un teatro, y se va a poner en Europa en cualquier momento. Pero nosotros les estamos ganando.
¿Siente que este nuevo auge del teatro en Lima responde más a un afán de entretenimiento que a otra cosa?
No. El público ama al teatro. Hasta hace poco no había buen teatro ni dinero; pero esta es una época en la que están haciéndose cosas muy buenas, que la misma gente recomienda. Es un teatro muy profesional, bien realizado, y proyectado a que la gente acuda. El público sale muy contento de estas obras, y cada vez hay más jóvenes y gente mayor.
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