SIMPLEMENTE MARÍA: ¿EL FINAL DE LOS CLÁSICOS LIBRETOS?
Lima, 30 Noviembre 2016, (El Informante Perú).- A partir de esta semana nos tendrán de manera más seguida comentando algunas producciones dejadas de lado durante el año, pero que vale la pena comentar; además de escribir sobre el final de Al fondo hay sitio, El regreso de Lucas por Perú, Vino el amor y Tres veces Ana por Televisa, algunas producciones turcas, entre otros. Todo ello antes de dar a conocer nuestra lista de candidatas a "Lo Mejor del 2016".
Este año tuvimos las oportunidad de ver en nuestras pantallas la nueva versión de Simplemente María realizada por Televisa, una telenovela producida por Ignacio Sada Madero, una adaptación del clásico libreto de Celia Alcántara y a la vez basada en la versión mexicana de 1989 producida por Valentín Pimstein.
La historia fue protagonizada por Claudia Álvarez, José Ron y Ferdinando Valencia, y con la participación antagónica de Arleth Terán. Además cuenta con las participaciones estelares de los primeros actores Ana Martín y Humberto Elizondo.
La historia
María (bien Claudia Álvarez) es una hermosa e ingenua joven mestiza que parte de su querido pueblo natal tras huir del acoso de Isauro Correa, (Josué Arévalo), un hombre al que no quiere. Al llegar a la Ciudad de México, María deslumbra con su belleza a Alejandro Rivapalacio, (muy efectivo José Ron), un apuesto estudiante de medicina, heredero y sucesor del emporio hospitalario de su familia, quien de inmediato se propone conquistarla.
María se entrega al amor de Alejandro y queda embarazada, lo que la llena de ilusión, sin embargo, su felicidad se derrumba al darse cuenta que Alejandro no está dispuesto a casarse con ella. Por lo que resuelve salir adelante sola con su hijo, quien será su razón y su motivo.
Transcurren veinte años hasta llegar a nuestra época actual. Cristóbal Cervantes (Ferdinando Valencia), confiesa sus sentimientos a María, pero ella no puede volver a creer en el amor. Cristóbal decide darle tiempo para curar sus heridas… Serán muchos los encuentros y desencuentros de este triángulo amoroso, serán muchas las villanías a las que se enfrente María, pero saldrá fortalecida hasta convertirse en una prestigiada diseñadora de modas. El amor volverá a tocar a su puerta… pero en su esencia siempre será… Simplemente María.
¿El final de los clásicos libretos?
Simplemente María resultó la última producción que lanzó Televisa con capítulos habituales de 120 como máximo. Después de esta producción llegó el corte de sus producciones a 60 y 80 capítulos como máximo, incluyendo la llegada de series mexicanas de regular calidad, eso lo comentaremos en nuestro balance anual de fin de año.
Lo cierto es que Simplemente María resultaba la estrategia perfecta para resurgir el género melodramático y demostrar a las nuevas generaciones que los viejos libretos si pueden volver a desempolvarse.
La realidad fue diferente. Al igual que la adaptación de Muchacha italiana viene a casarse, la trama interesa, los protagonistas no desentonan y las maldades vuelven a ser efectistas. Todo bien. Lástima que esta adaptación carezca del romance intenso, el melodrama dramático, además de la sencillez y pureza que caracterizaban a algunos personajes claves dentro del clásico peruano.
Los que hemos disfrutado de la versión peruana de Simplemente María, la mejor de todas las versiones emitidas, no podemos dejar de destacar la simpleza de los diálogos, el talento actoral y, sobretodo, el melodrama plasmado dentro del argumento no con reacomodos efectistas sino con diálogos sencillos cuyas escenas simplistas eran tan intensas que terminaban destacando.
Nada de eso percibimos aquí. Es cierto. Estamos en otra época, pero seguimos insistiendo que, teniendo claro cómo se trabaja este tipo de libretos, el producto puede resultar positivo.
Del campo a la ciudad
El libreto original de Simplemente María nos muestra un melodrama crudo, realista y romántico. Es el triunfo de una mujer que sale adelante en base a su propio esfuerzo y logra la felicidad eterna tras duros avatares propios de la vida misma. En este 2016 donde predominan las redes sociales y el amor "fácil", observamos el predominio de lo efectista por sobre el drama romántico. Algunos personajes son resaltados más que los demás. Se mantiene la idea original, pero el drama está adaptado en base a lo producido por Valentín Pimstein quien supo esconder el drama rural bajo los lineamientos de contar con una villana efectista con escenas aparatosas que captaba seeguidores, eliminando para siempre el sentido lógico de esta historia rosa.
En este siglo, María es una mujer blanca, rubia, de facciones finas y dientes perfectos. Claudia Álvarez le da vida a este emblemático personaje, no lo hace mal. Tiene escenas imponentes. Su experiencia le permite sacar adelante el personaje. El problema son los libretos, no ella. Igual podemos decir de José Ron quien parece ser el actor ideal en caracterizar todos los papeles que, en el pasado, sacó con brillo Ricardo Blume.
Sin duda, Ron se complementa bien con Álvarez, los golpes, tragedias y romances hacen efectivas y destacadas el desenvolvimiento actoral de esta pareja. Mientras Ferdinando Valencia empieza bien y saca adelante su papel por su inocultable parecido con el personaje que interpreta, pero carecen de esos tics interpretativos y simpatía innata que le imprimió el gran Braulio Castillo a su personaje en el Perú. Un profesor bondadoso, capaz de anteponer sus sentimientos solo con el propósito de ayudar a María en su superación personal.
La pensión de Doña Feli administrado por la gran Ana Martín carece de un mejor realismo urbano a la par que sus "inquilinos" no tienen la trascendencia necesaria para interesarnos por sus vidas. Pueden ser fácilmente prescindibles. Los personajes lucen pintorescos, no hay calidad humana que aflore en algún momento de la trama.
El guión mantiene la idea central, del campo a la ciudad. María es una campesina que llega a la capital y encuentra un amor que trae muchos sufrimientos. La villana que reemplaza a la exagerada Gabriela Goldsmith (en la versión mexicana de Valentín Pimstein) es Arleth Terán como Vanessa Rivapalacio. Ya hemos hablado acerca de este personaje. Lo peor de la historia adaptada por los mexicanos es convertir a la hermana de Alejandro en un ser perverso, casi demoníaco, exageradamente malvada. Sus atentados y asesinatos lucen como sus diálogos, aparatosos y encendidos en nada comparado al perfil que tiene originalmente este personaje dentro del guión de Celia Alcántara caracterizado espléndidamente por la gran actriz Carola Duval en la versión peruana cuyo personaje tenía un sentido lógico al momento de cometer sus maldades. Era una mujer egoísta y engreída, muchas veces, mostrando increíblemente un lado bondadoso y eso la elevaba notablemente.
Esta vez, la Vanessa mexicana tiene como "compañeras", personajes tan exageradamente malvadas como ella. Karina (Carmen Becerra) tiene efectistas villanías y su muerte es tan aparatosa como su vida. Lo mejor de esta nueva adaptación es que los libretistas sugieren que Vanessa está "obsesionada" con Alejandro y les espanta a las mujeres.
Por otro lado, una de las mejores actrices de esta versión resulta Mariluz Bermúdez como Diana, la esposa de Alejandro. Sin duda, merece un mejor papel y no, el que le dieron recientemente en la desastrosa, Las Amazonas.
Simplemente María tuvo sus adeptos, pero plantea la constante pregunta ¿No se puede adaptar clásicas historias a nuestra vida actual?
A lo largo de nuestras columnas ya hemos planteado varias hipótesis. Lo cierto es que seguimos esperando el que alguna vez tengamos esplendidas adaptaciones de los clásicos de siempre. No perderemos la esperanza.
Comentarios
Espero ver pronto Tu comentario sobre ROSA NEGRA!! Para mi Una de las grandes Turcas de este ano...