'La otra orilla': historia en plena pandemia
Lima, 29 Setiembre, (Por: Richard Manrique Torralva /El Informante Perú).- Cómo siempre, Michelle Alexander en medio de la polémica. 'La otra orilla' se convirtió en la primera producción realizada en plena pandemia, pese a su limitada trama, tuvo momentos de interés.
La historia refleja las vivencias y el sentir de varias personas que laboran en pleno Estado de Emergencia debido a la pandemia por coronavirus y como estos se esfuerzan día a día para vencer los obstáculos que se le presentan.
La historia
Gloria Gutiérrez (Carolina Infante) es una enfermera de una importante clínica de la ciudad que vive con su esposo, Pablo Quiñones, (Gonzalo Molina), un profesor de un colegio, a quienes la pandemia les cambió la vida, no pueden estar junto a su hijo, el pequeño Yastin (muy vivaz, el niño Juan Pablo Abad).
Pablo tiene una hija producto de su primer compromiso con Lorena Osorio (Laly Goyzueta), la reportera de una importante canal de televisión, Patricia, (buen debut de Alicia Mercado), una joven muy segura de sus convicciones que trata de abrirse paso en el mundo del periodismo. Luego de una decepción amorosa, ella conoce el amor al lado de Sergio Salazar (bien Martín Velásquez), un efectivo policial quien se ve envuelto en un lío familiar que termina envolviéndolo cuando una barrendera de la ciudad (Irene Eyzaguirre) le solicita que la ayude a buscar a su hija Ruth (Sol Nacarino), quién ha desaparecido y solo piensa volver a verla. Nadie se imagina que alrededor de la muchacha hay un oscuro secreto que tendrá desenlaces fatales.
En pandemia ¿es posible?
La productora tuvo toda clase de cuestionamientos al anunciar la realización de una serie en pleno Estado de Emergencia. En un momento difícil, Michelle Alexander saca adelante un proyecto que, desde el arranque, resulta ‘diferente’. Inicialmente, observamos distancia prudente y escaso tratamiento de 'mimos' o 'cariños'; menos los esperados besos. Pese a estos cuidados, hay momentos de riesgo para el personal técnico y artístico (filmar en plena calle, muchas veces sin mascarilla).
En esta columna, no pretendemos darnos de moralistas, menos de ‘elitistas’. A Michelle Alexander muchas veces se le ha criticado, en más de una ocasión, igualmente se le ha alabado cuando consideramos que algunas de sus producciones eran destacadas. Es más, inicialmente, nos enviaban de Del Barrio Producciones, sus notas de prensa y nos llovían invitaciones a sus conferencias, a las que no asistíamos. A veces, enviábamos un representante para las entrevistas de rigor, pero nada más. Tras una crítica a uno de sus actores consentidos, los correos e invitaciones se suspendieron. Igual, nosotros continuamos con nuestros comentarios. Total, lo hemos hecho desde inicios del milenio cuando nadie realizaba críticas de telenovelas o series nacionales (a excepción del diario El Comercio, en esa época). Hoy, hasta pintorescos ‘críticos’ existen en el YouTube.
Historia en plena pandemia
'La otra orilla' es una producción limitada por el contexto social en que
vivimos. Dos son las familias protagonistas. Los Quiñones Gutiérrez envueltos
en un lío judicial. Ambos están ansiosos por reunirse en familia con su
pequeño hijo. Mientras la familia Chepén vive un calvario producto de la
inestabilidad de Ruth, la hija de Magda Chepén, entregada al vicio y a la mala
vida, embarazada de un delincuente que se obsesiona con ella. Paralelamente
observamos a la hermana de Gloria Gutiérrez, Zoila quien vive con su padre
Humberto (Carlos Victoria). Ella vive un romance con Álvaro (Joaquín de
Orbegozo), quién tiene un pasado oculto. Además conocemos el mundo trivial en
que vive Lorena (Laly Goyzueta), madre de Patty, siempre viviendo de las
apariencias y de los comentarios de otros.
El guión se inicia con dos momentos trágicos. Julián, el exenamorado de Patricia, tiene Covid y está internado en una clínica local. Paralelo a este suceso, Ruth, hija de una barrendera de la ciudad, ha desaparecido de la casa donde trabajaba para vivir al lado de un delincuente.
La trama opta por el lado melodramático, acorde con los tiempos vividos. Michelle Alexander y su equipo muestran conflictos que se suscitan a través de la pandemia. El exenamorado de Patty fallece de Covid, Gloria es la enfermera acusada de negligencia, mientras Ruth vive una vida desenfrenada sin mostrar cuidado ante este virus.
En tan pocos capítulos, hay dos historias que seguimos con interés, las penurias de Magda (Irene Eyzaguirre) y su inestable hija Ruth. Una historia, de menos a más, producto de la forma tan limitada con la que se graban las escenas. Hacen falta pandilleros, un mayor grupo de amigos de Ruth (sólo se ve a una amiga, tan inestable como Ruth, ambas beben ron y se supone viven una vida desenfrenada). Estas carencias de una mejor descripción visual es suplido por la presencia del novio forajido (pocas veces hemos visto un delincuente ‘trabajar solo’ en los asaltos) apodado ‘Morata’ (Daniel Cano).
En eso destaca la pareja central protagonizada por Patty y Sergio, la reportera y el policía. El diálogo entre ambos se reduce a diálogos coloquiales, encuentros de adolescentes reprimidos y furtivos, testimonios sobre algo que nunca fue. La pareja se llega a consolidar por la química que ambos expresan en pantalla. Lo mejor de este romance es el sentir adolescente de dos personas, separados en el pasado y unidos en el presente. Los diálogos, pequeños acercamientos escénicos y las miradas de ambos le dan frescura a la historia. No desentonan en lo absoluto. Un trabajo tanto narrativo como visual apoyado en el talento de ambos actores quienes desarrollan muy bien sus personajes. Recién, luego de un par de meses, de ‘conflictos interiores’ la pareja deja esa monotonía narrativa y consolida su amor con un beso. Imaginamos que debe haber costado mucho (seguridad, análisis, chequeos). De igual manera o, tal vez, con mayor cuidado fue el beso entre Lorena (Laly Goyzueta) y Angobaldo (Pold Gastello) quienes tuvieron su ósculo romántico. Recordemos que Pold fue diagnosticado con Covid, felizmente ya recuperado.
La pareja Lorena-Angobaldo empieza como una historia paralela, casi secundaria
dentro de la trama, pero tiene el final más efectivo y coherente. El amigo
herido en sus sentimientos, ante el desprecio de una mujer que antepone ‘el
qué dirán’, decide respetarse a si mismo como persona demostrando que el amor
no se basa en estar detrás de alguien solo porque se quiere, sino que el amor
es respeto, admiración, confianza.
Cómo, actualmente, tenemos que aprender a convivir con el Covid, con el correr
de los capítulos, esas calles vacías, esos diálogos limitados, entre dos o tres
personas, comienzan a ser menos reiterativos. Aunque, la historia creada sólo
para mantener presencia en pantalla, tiene un cierre llamativo, Morata
es muerto en una persecución policial, mientras el canal corrupto es destapado
por Patty.
El capítulo final tiene momentos imprevistos. Patty y Sergio acuerdan darse una oportunidad, sus miradas reflejan el amor que ambos se tienen. Algunos televidentes señalan que es para dar pase a una segunda temporada (¡No por favor!). Ojalá eso no ocurra. Mientras Angobaldo nos ofrece una lección de integridad y amor propio. El cierre con el encuentro anhelado entre padres e hijo augura el deseo por una pronta normalidad en estos momentos en las que nos toca vivir. Es cierto, hubo mejores alternativas que tratar (desabastecimiento, falta de medicamentos, despidos arbitrarios, entre otras secuelas que nos deja esta pandemia). Lo cierto es que ello implicaría un mayor esfuerzo técnico y logístico que, en estos tiempos, no es posible.
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