"MI AMOR EL WACHIMAN": LA HISTORIA DEL PROVINCIANO ACOMPLEJADO Y LA PITUCA ENGREÍDA
Culmina "Mi amor el wachimán", una de las producciones de Michelle Alexander que no defraudó y que, pese a todo, se deja ver con agrado. |
Lima, 09 Noviembre 2012, (Por Richard Manrique Torralva / El Informante Perú).- Culmina otra producción de Michelle Alexander que ha resultado tener un éxito de sintonía en el horario estelar de las 9 de la noche. A tal punto, que ya se ha anunciado una continuación de esta historia que seguramente veremos el próximo año.
Mi amor, el wachimán, es protagonizada por Christian Domínguez y María Grazia Gamarra, además de Yaco Esquenazi en el rol antagónico. Además actúan Norka Ramírez, Paul Martin, André Silva y Laly Goyzueta.
LA HISTORIA
Tras el terremoto ocurrido en Pisco de 7.9 grados, en el 2007, Salvador, (Christian Domínguez), se ve obligado a emigrar a Lima con su madre Pilar (Norka Ramírez) y su hermana Belén (Evelyn Azabache) a intentar buscarse un futuro mejor. Y también a escapar del dolor sufrido por enterrar a su padre Alcides y Sandra, la novia con quien pensaba casarse.
Salvador, llega a Lima con su familia a empezar de cero, pues su casa quedó destruida con el sismo. Es un joven responsable y buen hijo. Quiere mucho a su madre. En la capital, gracias a Duque (André Silva), consigue trabajo como wachimán para una empresa de seguridad. Gracias a su profesionalismo se ganará el respeto de los vecinos, así como propuestas como, cuidar a la engreída y bella Catalina (Maria Grazia Gamarra), una muchacha de alta sociedad e hija de un empresario inmobiliario. Ella estudia Economía en Buenos Aires, pero regresa a Lima porque en ninguna ciudad del mundo vivirá tan cómodamente con en la capital peruana.
Catalina, les hace creer a todos que continúa estudiando Economía, pero en realidad cursa clases de baile y actuación porque sueña con ser actriz. Inicialmente detesta a Salvador por su exceso de control sobre ella. No obstante, llegará a amarlo con una pasión única y a retar a su madre Irma (Laly Goyzueta en buena actuación) y a su ex enamorado Aurelio (Jako Esquenazi): no le importará enfrentarse a quien sea con tal de permanecer al lado del hombre que ama. Por su parte, Jimena (Camila Zavala), la mejor amiga de Catalina, siempre la apoyará en todo y más con esta relación porque piensa que la unión de Catalina y Salvador es exótica e interesante.
No obstante, Jimena vive engañada: el wachimán Tristán (Nikko Ponce), mejor amigo de Salvador, le ha hecho creer que es un próspero empresario de software peruano y que tiene mucho dinero. Jimena, acostumbrada a ennoviarse con surfers y modelos, sentirá que un muchacho tan emprendedor es el elegido para formar un hogar, pero vive engañada por un joven que sólo acostumbra a pasar un rato de diversión con chicas "pitucas". Tristán pronto se dará cuenta que ama a Jimena, pero la mentira se hace grande y ya no puede controlar la situación.
Por su parte, Catalina, termina enredada con Salvador, el wachimán que contratan sus padres, pero termina envuelta en un lío familiar donde aflora la diferencia de clases sociales. El romance se complica cuando aparece la supuesta fallecida novia de Salvador, a la par que su propia madre inicia una relación muy fogosa con Duque que llevará a su padre (Paul Martin) a tomar medidas extremas.
LAS PRODUCCIONES DE ALEXANDER
Cuando comentamos "Gamarra" (América Televisión. 2012), decíamos que Michelle Alexander era una productora que, así como había sido criticada, también había logrado éxitos locales para un público peruano más afín a retratar con cierto sarcasmo los problemas mundanos de nuestra ciudad. Es más, señalamos que desde la miniserie sobre "Dina Páucar, la lucha por un sueño" (Frecuencia Latina - 2004), Alexander tenía claro que su idea era producir series sobre ídolos y cantantes, bajo el reflejo de "la vida misma", pero con un solo fin. El retratar a las figuras del espectáculo peruano como protagonistas de una historia de superación que conlleven al drama, sufrimiento y a la ansiada felicidad, muchas veces con buena sintonía pero que al final iban siendo más de lo mismo.
Por eso al observar "Gamarra", señalamos que Alexander ya no tenía porque seguir "con lo mismo" porque tranquilamente podía, como en el caso de dicha producción, realizar una historia con personajes de ficción pero "con nombre propio" y no amparados en calles, lugares, ídolos, cantantes y cuanto personaje salga de nuestra realidad nacional.
Hoy, Michelle Alexander, presenta una historia de amor juvenil, dentro de la línea ya definida de la clásica diferencia de clases sociales, pero vemos ante nuestros ojos que ya no tenemos a "chicheritos", "cantantes folklóricas" y demás personajes habidos y por haber, sino una simple temática romántica al que se le agrega ese sentir y picardía criolla, tan nato en nuestros productos y del que no se puede despegar todavía ningún productor, porque finalmente el rating es más importante que todo.
Esta historia está enmarcada dentro de la vida por lo que pasan los vigilantes, llamados también efectivos de seguridad, pero que aquí criollamente se les llama "wachimán". Ellos son parte de nuestro entorno y muchas veces cuidan de nosotros mismos, poniendo en riesgo sus propias vidas.
EL PROVINCIANO ACOMPLEJADO Y LA PITUCA ENGREÍDA
La historia tiene momentos de interés además de un arranque aceptable cuando retrata los momentos por las que pasaron los pobladores de Pisco tras el terremoto ocurrido el 2007. Imágenes cuidadosamente editadas para no caer en el exceso, pero que permite continuar con una trama con cierto sabor "del campo a la ciudad".
Alguna vez, cuando comentamos “Néctar en cielo” (Frecuencia Latina. 2007), dijimos que con un poco de preparación Christian Domínguez podría ser un galán a tomar en cuenta. No tiene “ese garbo especial” como otros galanes, pero para el perfil de ciertos personajes, da en la talla. Lo cierto es que, esta vez, sin destacar todavía en su plenitud, Domínguez logra darle fuerza a su personaje. Es más las escenas con María Grazia Gamarra convencen y es que la joven sabe ser tierna y dulce, pero debe estudiar más porque es una futura actriz a tomar en cuenta. La pareja sale adelante, en especial cuando salen a aflorar los enfrentamientos entre ambos, y es que “el provinciano acomplejado y la pituca engreída” logran convencer al televidente.
Y es que, estamos ante un guión donde hay mucho de sabor peruano, por todos lados y eso agrada al televidente. No se perciben excesos, ni cae en la chabacanería ni la huachafada típica. El niño explotado por su tío, es una historia que podía caer en el olvido, pero el remate final en la que es herido mortalmente nos lleva necesariamente al enganche respectivo. Ello unido al momento en que aparece la novia, supuestamente fallecida de Salvador, tantas veces mostrada y que también veremos, curiosamente, pronto en “Amor bravío” (Televisa, 2012). Cómo se ve nada se “oculta bajo el sol”.
Esto nos lleva a pensar que nuestros productores deben arriesgar y mostrarnos producciones de mayores capítulos. El hecho de presentar una primera parte y luego una segunda, es propio de productores que no arriesgan. Más si estos realizadores están en un canal donde todas las producciones emitidas a las 9 de la noche son éxito. Y es que, si uno ve las cifras del rating, observará que América no tiene pierde con sus producciones, dentro de ese horario, y ninguna es fracaso. Además, como se observa, no importa si el producto es bueno o malo porque tienen a un canal con muchos socios dispuestos a “darles la mano” y promocionar el producto cuántas veces sea necesario. Aquí el mérito es que esta realización finalmente superó al programa de Magaly Medina, vale decir, fue más allá y constituye un éxito por donde se le mire.
Por eso no debe descartar la productora presentarnos una serie con mayores capítulos o ¿Por qué no? Una telenovela. Y es que, a la larga, lo que vemos todos los días, es simplemente eso, una telenovela pero con capítulos cortos.
Sin duda, el acierto de Alexander, a la vez de haberse zafado de la historia de cantantes, es ofrecernos una trama que no se aparta de los propios conceptos que tiene ella sobre las producciones nacionales. Puede haber sido criticada por muchas de sus series, pero jamás debemos desconocer que el rating y por ende, la sintonía le fueron favorables y, quiéranlo o no, ello es un reflejo que la mayoría de peruanos siguen este tipo de historias.
En, Mi amor, el wachimán, hay un romance atípico, ese que alguna vez vimos en "Que buena raza", (Frecuencia Latina, 2002), donde los momentos claves son los enfrentamientos entre ambas clases sociales. Los pobres y los ricos, unidos no solo con la relación entre Catalina y Salvador, sino también con el de Jimena y Tristán, tal vez la segunda pareja en importancia dentro de la trama. Por cierto, el perfil de "Jimena" es muy parecida al de "Andrea" interpretada por la entonces muchachita, Johanna San Miguel (Carmin-Panamericana Televisión-1985)
Mención aparte nos merece Laly Goyzueta como la fogosa Irma que permite que su personaje crezca en interés. Al igual que Yaco Esquenazi, quien cumple como un perfecto villano.
Finalmente lo que deja esta serie es que Michelle Alexander tiene ya en cuenta que sus historias no necesitan estar amparadas en las "autobiografías de populares personajes", Mi amor, el wachimán, es el ejemplo que las historias con nombre propio también son atractivas para el público. Alexander parece querer continuar con esa temática porque su siguiente producción "La reina de las carretillas" también tiene esas mismas características.
(*) rmanrique@elinformanteperu.com
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MARCO ANTONIO