El último bastión: evocaciones independentistas

Una buena propuesta significó "El último bastión" serie histórica, esas que no se realizan comúnmente. Pese a todo resultó un fresco ingreso a nuestra pantalla, ávida por contenidos de este tipo. 

Lima, 30 de Diciembre 2018, (El Informante Perú).- El Último Bastión resultó la última producción nacional transmitida este año 2018. Una corta serie peruana compuesta por seis capítulos emitida por TV Perú y dirigida por Marco Moscoso que relata, en su primera temporada, los momentos previos a la Independencia del Perú. Muy pronto el canal del Estado emitirá una segunda temporada.

Ahora bien, señalar que es una producción de primer nivel resulta exagerado. Tendríamos que hablar de un presupuesto más elevado que ningún canal nacional cuenta y que posibilite una mejor realización acorde a los tiempos que vivimos, por ello se toman algunas licencias tanto narrativas como técnicas. El guión está a cargo de los hermanos Eduardo y María Luisa Adrianzén en base a una versión libre basada en lo que sucedía en el Perú en los años previos a la Independencia hasta la Batalla de Ayacucho. La serie fue la primera en grabarse en formato cinematográfico 4K.

La historia

En el pueblo de La Magdalena durante los años previos al arribo de José de San Martín a las costas del Perú se irán produciendo cambios que surgirán con la llegada del Libertador hasta alcanzar la Independencia del Perú.

El joven abogado de clase media, Paco Robles (Giovanni Arce), simpatizante de las ideas libertarias ve con satisfacción los cambios que se van produciendo. No obstante su familia conformada por un padre oportunista (Sergio Galliani), la madre sumisa (Laly Goyzueta), su hermano, Lorenzo, un soldado que le guarda lealtad al virrey (Rodrigo Palacios) y su hermana, Rosa María (eficiente y carismática en pantalla, Priscila Espinosa) una muchacha que pese a que ama a un humilde campesino (Daniel Cano) es obligada a casarse con un villano de esos que cambian de bando según su conveniencia (Diego Lombardi).

Paco se relaciona con un grupo de titiriteros quienes a través de sus representaciones incentivan los cambios libertarios. Allí conoce a Catalina (muy bien Mayella Lloclla) quien a través de su arte menciona temas muy liberales. Con ella convive Antonia (Mayra Nájar), una mulata liberta que aprende a leer, escribir y se convierte en la directora de una gaceta independentista, pese a la oposición de su madre (Evelin Ortiz). Antonia vive enamorada de Marcelino, otro titiritero.


Evocaciones independentistas

Decíamos, líneas arriba, que es muy loable que el canal del Estado produzca realizaciones de este tipo. A la vez, resulta criticable que solo por el Bicentenario se haya intentado realizar contenidos de este tipo, que no veíamos desde “Nuestros Héroes de la Guerra del Pacífico” (Canal 7, 1979), que el canal de Estado realizó con acierto y de ello, han pasado casi 40 años. Incluso recordamos que por vivir aún en dictadura, la cúpula militar ordenó su transmisión en los tres canales de esa época (el Cinco, el Cuatro y el Siete).

Posterior a ello, existieron uno o dos intentos por producir propuestas más o menos parecidas como 'Eva del Edén' (Latina, 2005) o 'La Perricholi', en versión miniserie (ATV, 1992) y como telenovela (América Televisión, 2011), todas producidas y emitidas en los canales comerciales.

El Último Bastión resulta una versión libre, seguramente, en base a biografías de historiadores, crónicas, libros o algún otro material importante. La idea central de los autores se plasma en la representación de personajes claves en un pueblo ficticio llamado La Magdalena donde las ideas independentistas van tomando forma pese a las ideas burguesas de los que se beneficiaban del poder, un mundo donde la esclavitud, la opresión y el desabastecimiento seguían siendo latentes a pesar de los tiempos convulsionados que se vivían.

El punto esencial en la realización de este tipo de contenidos es el conocimiento y talento para producir temas históricos. Ello unido al factor económico que permitiría contar con escenarios históricos, ambientación, despliegue técnico, entre otros. Partiendo de ello, es loable el esfuerzo y no podemos dejar de mencionarlo porque nuestro interés no solo es destacar lo bueno, sino comentar algunas irregularidades observadas al revisar esta primera temporada.

Primeramente, el casting no es de los mejores. Se pudo hacer una selección más óptima. Ello unido a una mejor dirección corporal y la articulación del lenguaje de época, no se pide similitud, pero por lo menos un mejor trabajo en la dicción hubiera sido lo adecuado. Omar García no es el más indicado como José de San Martín, además luce muy acartonado. Si bien su participación en esta primera temporada es mínima, debería tener cierta presencia escénica, luce muy dubitativo, inexpresivo. Por cierto, los historiadores, Carmen McEvoy y el mismo Jorge Basadre detallan la personalidad del Libertador, años luz distante a lo que se observa en esta realización.

Particularmente, en realizaciones de este tipo, simplemente se evoca y extraña a Pablo Fernández, Juan Carrasco, Linda Guzmán, Alejandro Anderson y Luis Álvarez quienes participaron en “Nuestros Héroes de la Guerra del Pacífico” (Canal 7, 1979) y dejaron huella interpretativa.

Otro punto en contra es la presentación de la comunidad negra. Sería imperdonable siquiera no emular la forma de hablar de los habitantes de color que llegaron al Perú. Se extraña a doña Esther Chávez, cuando interpretaba a una mulata de época, con su caminar pausado, pero cadencioso y su dicción de época, con ese lenguaje ‘cantado’ que hacia sonreír a más de uno. Aquí, simplemente no se ha desarrollado este tipo de caracterizaciones. Todas las mujeres de color hablan como si vivieran en la actualidad, y no interpretando un personaje de época.

En cambio, los Adriánzen aciertan en darle el toque romántico a la trama a través de la relación entre Rosa María, una muchacha, infeliz en su matrimonio, floreciendo un sentimiento hacia Miguel Yupanqui, un humilde campesino, una relación prohibida a la que se une el marido de ella quien la posee salvajemente en la noche de bodas nupcial. La joven actriz, Priscila Espinosa luce muy fresca en su caracterización, pese a que la relación prohibida aún no se consolida (lo veremos en la segunda temporada).

Es importante resaltar algunas licencias que se toman los hermanos Adrianzén evocando a la Perricholi y su repentina muerte, además de cierta evocación a la igualdad de género.

Por cierto, la historia carece de una mayor fuerza interpretativa, además de momentos de tensión según los cambios que se vienen sucediendo. La crisis económica (desabastecimiento, pandillaje y el cambio de la moneda) son detallados en forma displicente careciendo de un mejor tratamiento visual e interpretativo. Además ese paralelismo comparativo detallando lo que sucede en la fiesta de los patriotas con lo que acontece en la reunión de los opositores burgueses, resulta muy usado, actualmente, tanto en series televisivas como en el cine, pero debe revelar un mayor impacto visual unido a cierta tensión y suspenso. Lamentablemente nada de eso percibimos aquí.

Entre los actores debemos destacar a Mayella Lloclla, muy bien personificando a Catalina, aquella joven libertaria, además de Haysen Percovich como el esclavo, Blas con aires libertarios quien se une al ejercito patriota y Manuel Calderón interpretando al capataz de la hacienda de los Robles.

Pese a todo, El último bastión, termina siendo un buen intento del canal del Estado que se deja ver. Ojalá sea el inicio de más producciones de este tipo que enriquezcan y a la vez entretengan a nuestros televidentes. Eso sí, una recomendación a TV Perú. ¿Por qué no repiten la serie? Una producción de tan cortos capítulos, siquiera merecía una maratón de todos sus capítulos para apreciar mejor esta etapa de nuestra historia que, a pesar de todo, merece verse. A esperar la segunda temporada.



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