Fábrica de sueños: La usurpadora, más allá de la historia original
No fue lo esperado. "La usurpadora" inició el formato denominado 'Fábrica de sueños' que resultó provisorio para lo que ocurrió después. Una producción totalmente irregular. |
Lima, 10 Noviembre 2019, (Por: Richard Manrique Torralva / El Informante Perú).- La usurpadora fue la primera producción que se emitió en la televisión mexicana dentro del formato denominado 'Fábrica de sueños'.
La serie consta de 25 episodios, es una producción de Carmen Armendáriz para Televisa basada en la clásica historia de Inés Rodena, cuenta con las actuaciones de Sandra Echeverría en doble papel junto a Andrés Palacios y Arap Bethke.
La historia (Sinopsis oficial)
Paola Miranda (Sandra Echeverría), la primera dama de México, vive un infierno al lado del hombre más importante del país: el presidente Carlos Bernal (Andrés Palacios). Desde hace tiempo se quiere divorciar y crea un plan después de descubrir que es adoptada y que tiene una hermana gemela. Este consiste en engañar a su hermana, Paulina Doria (Sandra Echeverría), para que asuma el rol de primera dama y luego matarla el día del Grito de Dolores. De esta manera, Paola planifica simular su propia muerte para poder disfrutar de una nueva vida con su amante, Gonzalo Santamarina (Juan Martín Jáuregui), además de vengarse de la mujer que cree que es culpable de haberla separado de su madre biológica.
Paulina vive en Bogotá, en donde tiene un albergue para niños abandonados y cuida de su madre Olga (Victoria Hernández), quien es también la madre biológica de Paola. Bajo una falsa promesa de donativos, Paulina viaja a México, en donde es secuestrada por Paola. Cuando las dos hermanas se encuentran, Paola realiza un chantaje y propone que Paulina usurpe su identidad por dos semanas o de lo contrario mandaría a matar a su madre. Es así como Paulina se convierte en "La usurpadora" y llega a la residencia presidencial de Los Pinos.
El círculo del poder
Recordar lo que constituyó La usurpadora en la historia de las telenovelas, es rememorar anteriores artículos donde se ha analizado sus innumerables remakes e historias paralelas. La publicidad señalaba que esta nueva historia se centraba en la última versión realizada por Televisa en 1998. La verdad, no podemos afirmar eso debido a que la historia dista mucho de la gran producción que realizó Salvador Mejía (con justicia, la mejor versión junto a la original venezolana protagonizada por la gran Marina Baura).
Eso sí, prevalece la idea central de la autora, dos hermanas separadas al nacer, cuyo destino las vuelve unir en medio de conflictos, romances y desgracias.
Esta historia con la que debutó el proyecto 'Fábrica de Sueños', nos concentra al mundo de la política donde el círculo del poder y los entretelones detrás del Gobierno sirven de base para que estas hermanas 'echaran raíces' y formen parte dentro de más de un conflicto.
Antes que nada, consideramos necesario señalar que la guionista Larissa Andrade y su grupo de libretistas; perdieron la oportunidad de condensar una historia más centrada en la situación de estas dos hermanas, que el colocarlas en el mundillo de la política. Primero, localmente Televisa ya ha ofrecido una historia como La candidata (Televisa.2017) donde la política fue retratada minuciosamente. No había más que contar, solo en México (donde obtuvo tanto éxito), esta trama ya había mostrado 'todo', el retratar nuevamente casi lo mismo, aunque sea en cortos capítulos; resulta reiterativo. Mientras a nivel internacional, las llamadas 'narconovelas' grafican el mundo de la política y su nexo con la corrupción a la perfección y no hay más que contar, salvo que nos sorprendan con algún estilo narrativo diferente (no solamente colocando a dos hermanas gemelas como eje central); o un aporte crucial dentro de la trama. Por otro lado, el gran actor Juan Carlos Barreto casi repite el mismo personaje que en el pasado con las mismas características de siempre, el haberlo visto ya en La Candidata, casi con los mismos lineamientos narrativos, oscurecía la trama y todo se volvía más previsible.
Desde el arranque, los mítines, las prácticas amatorias y los hijos conflictivos, ya no generan impacto alguno. A ello habría que agregar lo intermitente que resulta observar 'al impasivo' Andrés Palacios más frío que de costumbre. Si en el pasado uno criticó a otro actor 'estático' como Víctor González (La candidata. Televisa. 2017), el tremendo aporte actoral de contar con una Silvia Navarro a su lado, permitía un 'pequeño' crecimiento actoral de este actor. Aquí, simplemente, no sucede nada con Palacios, relegado mínimamente en los guiones. Por si fuera poco, Sandra Echeverría tampoco destaca como se hubiera pensado.
Pero, centrémonos en las hermanitas, la buena y la mala, las gemelas separadas. Esta vez, nos presentan a una chica colombiana secuestrada y obligada a suplantar a la Primera Dama de México. La idea de la autora siempre prevalece en el guión. La clave del éxito radica en que la actriz escogida pueda tener esa fuerza interpretativa que la diferencie entra la una y la otra. Por ejemplo el levantamiento de ceja de la bella Lucero en el personaje de María Paula en Lazos de amor (Televisa. 1995). Sin ir muy lejos, algunas protagonistas dentro de las otras versiones de este mítico título de Inés Rodena, siempre han tenido más de una característica facial que les ha permitido llevar adelante a su personaje y reforzar su talento interpretativo. Recordemos la sonrisa, entre malévola y sensual, de Angélica María (El hogar que yo robé. Televisa. 1981); el rigor maquiavélico de Marina Baura (La usurpadora. RCTV. Venezuela. 1971) o la fuerza interpretativa de Gabriela Spanic (La usurpadora. Televisa. 1998). Aquí no sucede eso. Simplemente observamos a Sandra Echeverría, tan ejemplar haciendo de buena e impostando, tratando de fruncir el ceño, cuando hace de Paola Miranda.
A diferencia de las anteriores versiones, los guionistas actualizan la trama, ya no hay 'casualidades de la vida' ni misterios sobre el origen de estas dos mujeres. Paola sabe de la existencia de Paulina y aprovecha la situación para engañarla y sacar provecho. Son dos hermanas que nacen en Colombia, una de ellas necesita medicamentos muy caros que su mamá no tiene cómo pagar y por eso la da en adopción a una mujer en México (¿?). Estas hermanas se separan, una crece en Colombia con mucho amor pero muy pobre y la otra en México con una mamá muy superficial que no le da el cariño que necesita pero ha crecido en cuna de oro. Con ello el interés y la venganza es el nexo que une a una con otra.
Sin duda, el mejor de toda esta galería actoral resulta Arap Bethke, muy bien como el investigador Facundo Nava. Aquí se minimiza el papel masculino de Andrés Palacios, debido a ello las pesquisas de Facundo unido a su genuina interpretación lo colocan como un personaje clave en la historia de Paulina. Merecía además un mejor cierre al personaje. Y aquí ocurre una inconsistencia en el libreto. Si la historia, es lo más actualizada posible, no entendemos el por qué Facundo enamorado de Paulina no tiene un digno final. Incluso la poca química entre Sandra Echeverría y Andrés Palacios impide un mayor acercamiento romántico entre ambos (otro flaco aporte del guión).
Al saberse, de antemano, que las gemelas son hermanas. Créanlo o no, uno rememora los noventa, incluso los ochenta. Durante esos años, ya no podíamos creernos ese argumento de dos hermanas ‘iguales’ con que nos vendían la trama, pero su poderosa historia llena de conflictos nos permitía aceptar y hasta validar esas imágenes. En cambio ahora, so pretexto de inyectarle actualidad, observamos a una villana víctima de un presidente que no le quiere dar el divorcio, mientras su blonda hermanita presiona al novio que muere por tener hijos a sabiendas de que ella jamás se los va a dar.
Realización técnica
Pese a todo, Televisa nos brindó una producción técnica aceptable, tal como se esperaba. No se podía esperar menos de tan publicitada realización. Lástima que a la hora de equilibrar las acciones, esto sea dejado de lado debido a que el balance no es de lo mejor. El mitin inicial parece casi forzado, el atentado de la primera dama luce poco menos que fingido, entre otras escenas.
El uso del green screen, en algunos momentos de la trama; una técnica audiovisual que consiste en extraer un color de la imagen (usualmente el verde o el azul) y reemplazar el área que ocupaba ese color por otra imagen o video; ayuda para la concepción y desarrollo de las escenas a observar, pero no lo es todo.
Aquí faltó un mayor peso argumental que justifique todo el gasto técnico que en ella se utilizó. Es cierto, en los libretos ya casi no hay nada que mostrar, todo es lo mismo. Pero, sí existe eso que llamamos aporte argumental, un giro narrativo que ayude a la trama y conlleve a un mejor aporte a la historia mostrada, como lo observamos en la telenovela peruana "En la piel de Alicia" (América Televisión. 2019) del que pronto hablaremos. Aquí, todo, absolutamente todo, ya fue resaltado, criticado y alabado al observar 'La candidata' (Televisa. 2017). Si no la ha visto, lo invitamos a ver esa producción, podrá ver más capítulos y con calidad actoral de primera, todo lo contrario aquí.
Desde el arranque la productora Carmen Armendáriz sabía que serían 25 capítulos y en ellos debería haber enfocado su trabajo, ¿Cómo condensar en tan pocos capítulos una trama que cuente todo con eficiencia, talento e imaginación? Inclusive, el final de Paola, previsible por lo que el guión había mostrado, requería una mejor imaginación narrativa. Uno no puede dejar de recordar grandes caídas en la historia de las telenovelas, la última de las cuáles es la referida a la caída de Nora (Ximena Romo), casi calcada de la telenovela 'El color de la pasión' (Televisa. 2014).
El formato obligaba a que esta nueva historia resuelva sus tramas a un ritmo más acelerado y más adecuado con la actualidad, eficiente acción, condensado drama y un buen casting, era algo mínimo que se podía pedir. Mención aparte merece el romance 'rosa' que nuevamente observamos en las producciones mexicanas. Si inicialmente esto fue digno de resaltar por el tratamiento y las innovaciones que merecían los romances gays (ya no ser relegados a los clásicos maquilladores chismosos), la insistencia por agregar una y otra vez personajes con esas características llega a cansar al televidente. Nadie dice que no se incluyan, pero se debe tener cuidado para no provocar hastío.
Un mal inicio tuvo Fábrica de sueños' que resultó provisorio para lo que ocurrió después. "La usurpadora" fue una producción totalmente irregular, hasta diríamos, con el tiempo será hasta olvidable para el gusto de los televidentes.
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