Te Volveré a Encontrar: cuando las infidelidades generan debate
Lima, 04 octubre, 2020, (Por: Richard Manrique Torralva / El Informante
Perú).- Prácticamente estaba en la ‘congeladora’ de América Televisión, se
anunciaba y nunca la emitían. El canal informaba que por falta de espacio, en
su programación, aún no podía ser programada. La pandemia le dio la oportunidad
de ser colocada en horario estelar.
Al iniciarse el Estado de
Emergencia, en nuestro país, las producciones nacionales también se
paralizaron. Una de ellas fue la telenovela ‘Dos Hermanas’ que recién había
ingresado a la parrilla de América. La telenovela de Del Barrio Producciones fue suspendida (aún faltaban muchos capítulos por grabar). América,
inicialmente, apeló al enlatado extranjero programando las desastrosas
historias de Televisa denominada, inicialmente, ‘Fábrica de sueños’. El inicio
programado determinó su caída, emitieron ‘La Usurpadora’, le fue mal en
sintonía, se trasladó al horario de la tarde (para nuestra gusto, en dicho horario, el público opta por ver producciones locales), además la historia mexicana era de lo más irregular.
Ante lo ocurrido, América comenzó a ‘buscar’, entre sus archivos, y ‘encontró’ la producción ideal para que llene ese vacío. Finalmente ‘Te volveré a encontrar’, la telenovela peruana producida por ProTV, grabada hace dos años, tuvo su oportunidad y, por lo observado, no defraudó.
La historia marcó el debut
protagónico de la modelo Alondra García-Miró, muy popular por su romance con el
futbolista Paolo Guerrero. La producción cuenta con las actuaciones de: Pablo
Heredia, George Slebi, Nicola Porcella, Denisse Dibós, Gianfranco Brero, Karina
Jordán, César Ritter, Javier Valdés, Flavia Laos, Leslie Stewart, Alessandra
Fuller, Milene Vázquez, Francisca Aronsson, Maju Mantilla, Mayra Goñi, Patricia
Portocarrero, Ana Cecilia Natteri, Juan Carlos Rey de Castro y Cecilia
Brozovich; junto a los roles antagónicos principales de: Diego Carlos Seyfarth,
Renato Bonifaz, Marisa Minetti, Sergio Paris y Johanna San Miguel.
La historia
Nadie imagina que aquella servil
cocinera es nada menos que Rosa María Ferrara, una distinguida mujer a quién
todos han dado por muerta. Sus tres hijos mayores, Camilo (George Slebi), Paolo
(Pablo Heredia) y Nicolás (Nicola Porcella), ignoran que su madre está viva.
Lucy lograr escapar a la capital
en búsqueda de su pasado y tratará de conocer más sobre la persona que la crió,
su 'Nanita'. Ella se propone encontrar a los hijos de Rosa María, pero la
búsqueda es muy difícil.
La familia Bengoa Ferrara
A miles de kilómetros de distancia, el narcotraficante Máximo Venero vive, casi aislado, en la selva amasando una fortuna producto de dinero mal habido. La historia cuenta con tramas paralelas que terminan siempre unidas alrededor de la idea original (reunión de la madre con sus hijos).
Los primeros capítulos de la telenovela, nos recuerdan varios títulos parecidos, la puertorriqueña ‘Anacaona’ (Puerto Rico. 1977) protagonizada por la bella Marilyn Pupo y la peruana 'Velo Negro, Velo Blanco' (Iguana Producciones. 1991) protagonizada por la modelo Lucero Sánchez. Pese a tener diferente trama, todas cuentan con un punto en común, empiezan en exuberantes parajes de la selva tropical.
Contadas son las historias nacionales de narcos. Hay pocas, a diferencia de la proliferación de telenovelas, con este tipo de personajes en el extranjero (Telemundo, Televisa) que ha llevado a bautizarlas como ‘narconovelas’. Aquí no se exalta al personaje, todo lo contrario. Por supuesto, como son escasas este tipo de narraciones en nuestro país, la propuesta no deja de resultar atractiva. Al otro extremo, están los tres hermanos, hijos de Rosa María, (cada uno con un problema diferente). El guión entabla un paralelo interesante con los lugartenientes de Máximo Venero. No serán hijos del narcotraficante, pero fueron, al igual que Lucy, recogidos desde pequeños y son leales al delincuente hasta un determinado giro narrativo. Es el bien y el mal, entrelazados y unidos con el correr de los capítulos, cada uno con un destino futuro diferente.
Las telenovelas o series siempre han tenido como protagónicos a tres hermanos. No pueden ser cuatro, cinco o dos. Tres parecería ser el límite perfecto. Desde ‘Hermanos Coraje’ (Telesistemas Mexicanos. 1972) hasta ‘Pasión de Gavilanes (Telemundo (2001), los guiones más exitosos han tenido ese número de ‘familiares de sangre’.
La actuación de Alondra García-Miró
A diferencia de Angie Arizaga,
(el otro ‘lanzamiento’ histriónico de ProTV, en su oportunidad), Alondra no lo
hizo mal. Hubo momentos en que la dicción le jugaba una mala pasada, los bailes
en el ‘Osiris’ eran demasiado simplistas y carecía de esa fuerza interpretativa
en algunos momentos de la historia, (el desenlace previo al robo del celular de
Paolo donde Lucy le declaraba ‘inocentemente’ su amor constituyó un buen aporte
en el libreto, poco aprovechado por Alondra); eso sólo puede ser
mejorado con mayores clases de actuación e insistir en otro tipo de personajes.
Los engaños y las escenas de alcoba como eje principal
En este tipo de tramas hay un
necesario motivo para ver balas y muertes, el sentido del guión así lo amerita.
El problema es que muchas de esas escenas se sienten forzadas. La caída de Máximo
en la selva donde se supone ‘llovería’ balas por doquier no pasa de ser una
escena limitada donde dicho escondite es objeto de un ataque por personajes que
nadie no ve (¿?), existen momentos en que uno termina aburrido debido a la limitada intensidad en los conflictos suscitados. El presentar un campamento de ese
tipo, implica, borracheras, mujeres, abusos, peleas, conflictos que uno no
percibe. Dos, son los momentos importantes, la presencia de Elena (Karina
Jordán), sus revolcadas con Matías (Diego Carlos Seyfarth, su esposo en la vida
real) y, además, sus conflictos con la cocinera (Denisse Dibós mejor como la ‘Nanita' antes de presentarse como la acaudalada dama de sociedad, Rosa María en la capital que, casi al instante, recobra la memoria). El guión
obvia detalles como el posible pacto con la ‘más importante’ narcotraficante de
la zona, una mujer a quién asesinan sin darnos mayor razón del mismo.
El que destaca, no sólo por el
papel que le tocó interpretar sino por lo que le imprime en pantalla es César
Ritter como Beni. Tres son los momentos que podemos destacar, cuando ayuda a
escapar a Lucy del campamento en la selva, cuando la rescata en Lima en el
propio bunker de Venero y la escena final cuando se enfrenta a los delincuentes
del narco. Incluso su romance con Estrella (Patricia Portocarrero) y el
desenlace final con Eliseo, (personaje que merecía seguir en pantalla para
provocar mayores conflictos), le permiten al actor crecer con el
correr de los capítulos.
En Lima, los personajes tienen particularidades diferentes. Si bien, en las redes los comentarios sobre los enredos amorosos estaban a la orden del día, estos resultaron interesantes, aunque seguramente sigan generando debate.
Recordemos la telenovela mexicana
llamada ‘Infamia’ (Televisa. 1981), protagonizada por Susana Dosamantes y Julio
Alemán. Aquí en Perú, la trama no caminó, pese a figurar en el horario estelar (en
ese entonces) de las 10 de la noche. Fue sacada a los pocos capítulos por bajo
rating. El problema que presentaba: uno, un amor adulto (ya no era tan característico
aquellos años en las que los mexicanos imponían sus sufridas historias de
adolescentes); y dos, el exceso en todo el guión (como su título lo indica), de
vileza, descrédito, mentira, odio, etc. En otras palabras toda una exagerada ‘infamia’.
Por supuesto, eran otros tiempos. Con este ejemplo queremos enfocar el tan mentado tema de agregarle conflictos amorosos no muy bien aceptados. Claro, ese tipo de historias entrelazadas, entre uno y otro, terminan siempre dando resultando a favor de la telenovela. Camilo (George Slebi) y su relación del pasado con Inés (Maju Mantilla) quién aparece como prometida (luego se casa) de su hermano Camilo (Pablo Heredia). Pese a estar casada, Inés, retoma su relación ‘casi sin querer’ con Camilo y se convierten en furtivos amantes.
Si esa relación no sucumbe es por
el talento del libretista en darle otro sentido a esta parte de la historia,
los arrumacos y el ascenso actoral de Maju Mantilla impiden que eso carezca de
interés. No causa hastío en el televidente, polémicas siempre las habrá,
incluso hasta el final. Sin duda, son aportes interesantes (buen apunte, en ese
sentido, del guionista Augusto Cabada). A ello habría que agregar la cantidad
de infidelidades que existe y los revolcones que tienen varios de los
personajes. Lola conoce a un chico en la productora de ‘Rafa’ y termina en
plenos arrumacos, además se mete con el novio de su mejor amiga llevándolo a la
cama.
Los mejores momentos corren a cargo de Pascal (muy bien Javier Valdez) y Milena, destacando Johanna San Miguel, con un personaje con características muy especiales. Cuando la historia deja de lado, los conflictos de Rosa María y se acerca a las historias paralelas llena de infidelidades, la telenovela crece en interés, por el debate que surge y por el talento de algunos actores.
Milena es un personaje, rico en
matices, pudo elevarse a una villana con mayor ‘popularidad’, pero no toda la
historia era tan intensa como los momentos en que ella participaba. Es una mujer
egoísta, algo desalmada, intrigante y
conflictiva. A ello le agregamos su excesivo catolicismo (casi una beata en
potencia, solo en ‘pensamientos’) y ¡para colmo, racista! Uno de los mejores
instantes del personaje (en esta parte de la historia, muchos comparaban a
Johanna con su personaje de Queca en Pataclaun), lo constituyó el momento en
que Antonella (muy destacada el aporte de Milene Vázquez) presenta a su novio
americano, Omar, un hombre de color. Algo parecido, vimos anteriormente en la
segunda versión de ‘Natacha’ (Panamericana Televisión. 1990). La presencia de
Omar, que ingresa para darle un ‘cierre feliz’ al personaje de Antonella,
constituyó un crecimiento más al personaje de Milena que termina apoderándose
de la historia, casi a la par con Venero. No necesitaba de violencia ni balas,
sus giros interpretativos nos decía que estábamos ante un villana ‘diferente’ ('Yo tengo un cuadro de San Martín de Porres, siempre le rezo, se parece a ti, pero con hábito'). Ni que decir, durante su pelea con Eva llamándola 'calzón flojo'. Casi tan auténtico como jocoso, a diferencia de las poses de Patricia Portocarrero, con los mismos personajes parecidos en cada producción de ProTV en las que participa.
A propósito de ello, tanto el racismo como la homofobia, son temas actuales que merecen ser tratados en historias como esta. Los conflictos de ‘Vitucho’ (Gustavo Borjas) y su homofobia arraigada contra los homosexuales, permite darle otra desavenencia destacable dentro de la historia. Eso sí, a diferencia, de Inés y Camilo no es muy logrado el hecho que termine acostándose con hija y madre y estas terminen aceptándolo como parte de la familia, pese a la buena actuación de Leslie Stewart, merecía un mejor desenlace.
En cuanto al casting, nos encontramos ante una
combinación de destacados actores que terminan, como siempre, imponiendo
presencia en cada toma. Mientras algunos adolescentes demuestran un crecimiento
en sus interpretaciones como Flavia Laos, Alessandra Fuller y Francisca
Aronsson. Tampoco podemos dejar de mencionar a Maju Mantilla quien derrocha no
sólo crecimiento actoral sino una interesante simpatía en escena. ProTV debería
tenerla en cuenta para un futuro protagónico.
Pese a los números obtenidos (le fue bien en cuanto a sintonía), hubo momentos que simplemente se dejaban de lado, debido a que competía con la repetición de la excelente ‘Moisés y los 10 mandamientos’ que emite Latina (del que hablaremos muy pronto). La forma como se enfoca a las telenovelas, en la actualidad, permite dejar de lado aquellos momentos, considerados intrascendentes, para darle agilidad a la trama. En ese sentido la edición es importante para el desarrollo de la historia. Aquí hubo momentos poco tratados como el secuestro de la amante de Pascual. (Un sorprendente, nulo aporte, de Rebeca Escribens que pudo haber sido mejor detallado) Si la mujer y el niño fueron asesinados, se obvió dicha escena. Nos encontrábamos en un horario para adultos, pudo ser más detallista o tal vez grabarlo en toma abierta para no provocar ‘susceptibilidades’. Incluso el asesinato de ‘Rafa’ (Ramiro Porró) a manos de su amiga, Lourdes (Alessa Esparza), tan simplista y carente de toda emoción que parecía una escena más que ver. Además merecía otro tipo de actriz, con más experiencia, que la interprete. Ni que decir la presencia de Eva (Marisa Minetti), no termina por entenderse el por qué odia a su hermana, sus maldades constituían un buen aporte, pero carecía de un sentido lógico nunca revelado.
Si Del Barrio Producciones opta
por las historias de emprendimiento rural, ProTV sigue el paso a las historias
urbanas de crecimiento empresarial. Hasta el momento, no conocemos conflicto alguno
entre ambas productoras. Competencia debe haber, pero eso siempre resulta
positivo. El problema, de ambas, es que cuentan con algunos actores dentro de su
staff, al parecer ‘exclusivos’ que terminan siempre ingresando a las mismas
producciones de siempre y eso puede llegar a cansar al televidente. Deben ‘compartir’
o ‘prestarse’ algunos actores. Por ejemplo, quisiéramos ver a Daniela Feijoo y Andrea Luna
en alguna producción de ProTV o a Maju Mantilla en alguna de Del Barrio Producciones. Algo más, a diferencia de la productora de Michelle Alexander (con
mayor continuidad en realizaciones de este tipo), sus actores principiantes no
desentonan en absoluto, en muchos casos. Lo contrario sucede en ProTV, muchas
apuestas actorales, aún no están a la altura de las circunstancias. Ni que
decir de las llamados ‘extras’.
Esperemos que ProTV siga produciendo realizaciones de este tipo. Sin duda, el televidente ya se ‘acostumbró’ a ‘primeras, segundas, terceras temporadas' y piden continuación de esta telenovela. Ya haremos un artículo sobre las diferencias que existe entre una serie y una telenovela. Nuestros productores, desde los tiempos de Panamericana Televisión, están acostumbrados a alargar historias exitosas. Hoy, con el auge de las series, ya se habla de ‘temporadas’ o 'continuación'. Por favor, la telenovela debe tener un inicio o final. No sigamos el ejemplo de Carmin, (Perú. Panamericana Televisión. 1985), que se alargó tanto que casi nadie recuerda o pretende olvidar que la historia jamás tuvo un digno final, pese a ser tan exitosa.
Observen aquí, pese a todo, existió un logrado final de esta historia con un Beni (César Ritter) en espectacular aparición, una muerte efectista del villano Máximo Venero y un cierre matrimonial con Rosa María junto a sus tres hijos. Al final, el público es el que decide y si pide continuación, debería haber una precuela (obviamente eso daría la posibilidad de incluir otros actores y nuevos conflictos), el mostrar que pasó antes del secuestro de Rosa María, ¿Cómo se originó esa atracción ante aquel narcotraficante que conllevó al asesinato del marido de ella? No deja de ser atractiva. Un aporte para nuestros creativos. En resumen ’Te volveré aencontrar’ tuvo adeptos importantes, salvó a América en plena emergencia sanitaria y complació a muchos televidentes. No es poco.
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