MI AMOR EL WACHIMÁN 2: EXCESO PUBLICITARIO DENTRO DE UNA HISTORIA ROMÁNTICA
Lima, 09 Octubre 2013, (Por: Richard Manrique Torralva / El Informante Perú).- Se acaba la segunda parte de "Mi amor el Wachimán 2", un amor "en extenso" con el propósito de atrapar audiencia. Sin embargo hubo momentos interesantes a tomar en cuenta, además de confirmar que tanto María Grazia Gamarra como Korina Rivadeneira son fijas para producciones de este tipo. No obstante la historia sucumbe por el exceso publicitario a la que es sometida en todo momento unido a historias poco atractivas como las que corresponden al romance entre Tristán y Jimena.
"Mi amor, el Wachimán 2" es la continuación de la exitosa serie peruana emitida por América Televisión, cuya primera temporada fue estrenada el año pasado (Octubre 2012). Esta segunda temporada trae, en su mayoría, al mismo elenco en la continuación de la trama que está protagonizada por María Grazia Gamarra y Christian Domínguez, con las participaciones co-protagónicas de Nikko Ponce y Camila Zavala y la participación antagónica de André Silva.
LA HISTORIA
Como todos recuerdan, Catalina (María Grazia Gamarra) es víctima de un atentado, a manos de “Duque” (André Silva), por salvar a su amado Salvador (Christian Domínguez). Ella está en peligro de muerte y es completamente aislada por sus padres impidiendo que Salvador pueda verla. El padre de Catalina (Paul Martin) aprovechando la situación de la pareja, ya que nunca pudieron casarse formalmente, decide llevarla a Estados Unidos para que sea operada, y obliga a Salvador alejarse de su vida definitivamente, luego de golpearlo salvajemente.
Tras ser operada, la joven es salvada de morir, pero sorprende a sus padres quienes se dan cuenta que no recuerda nada de su pasado. Inmediatamente el padre de Catalina, Agustín Irigoyen, le propone a su sobrino, el doctor Gustavo de la Piedra Sevilla (Juan Carlos Rey de Castro) enamorar a Catalina y casarse con ella. A cambio le construiría su propia clínica particular en Perú además de lujos y riqueza. Catalina regresa a Lima no recordando nada de su vida anterior. Ella rechaza a Gustavo, pero tampoco quiere ver a Salvador. Mientras eso sucede, Agustín inicia una amistad con un poderoso mafioso Zacarías López Chávez, más conocido como "Don Zacarías" (Alberick García). Ninguno sospecha que bajo las órdenes del mafioso está, nada menos que, "Duque" quien luego de atentar contra la vida de Catalina pudo ingresar al grupo de guardaespaldas que protege al peligroso delincuente.
"Don Zacarías" comienza a interesarse por los negocios de Agustín. El narcotraficante, a pesar de tener dos mujeres en su alcoba, Eva y Analía (Stephanie Orúe y Kukuli Morante), se interesa por la mujer de Agustín, Irma (muy bien Laly Goyzueta) con quien termina casándose. Analía resulta ser la verdadera madre de "Frijolito" (muy simpático el pequeño Dayiro Castañeda). No obstante muere víctima de cáncer. Por su parte Mabel (Karla Medina) se une a Agustín, pero termina arrepentida de sus actos al ver como su hermano "Duque" asesina a su propio padre (José Luis Ruiz).
Mientras tanto Salvador inicia un romance con una bella empresaria Fabiola Goytizolo (muy efectiva como villana, Anahí de Cárdenas), mientras Catalina en un arranque de dolor y sufrimiento termina casándose con Gustavo quien cree haber triunfado sobre Salvador, pero el amor entre el Wachimán y su dama es muy sólido. Al poco tiempo, Gustavo planea la muerte de Salvador quien es víctima de "Duque". Cae herido de muerte. Catalina desea verlo, pero la madre de Salvador, doña Pilar (Norka Ramírez) se lo impide. En el hospital recuperándose del atentado del que fue víctima, Salvador conoce a la enfermera Yolanda (Korina Rivadeneira) con quien inicia una relación, aunque para Salvador su verdadero amor siempre será Catalina.
CONTINUISMO IRREGULAR
"Mi amor el Wachimán 2" resulta ser una historia agradable que no pasa desapercibida. El hecho de "crear" una amnesia en la protagonista resultaba sumamente atractiva. A pesar que este viejo recurso, creado en antiguas producciones, hoy en día genera rechazo en cierto público que tiene en las redes sociales su mayor tribuna para expresar lo que desee. Lo que pasa es que el televidente promedio que elogia producciones del pasado, no sabe o no recuerda que en “Simplemente María” (Perú-1969), Ricardo Blume hizo de padre e hijo con el mismo rostro que siempre lo ha caracterizado y sin ir muy lejos en “La Usurpadora” (Televisa-1998), telenovela que repone por estos días América Televisión, por enésima vez, Gabriela Spanic quien interpreta a dos hermanas gemelas, es víctima de una enfermedad incurable y se cura “milagrosamente” y así podemos seguir enumerando más ejemplos de este tipo de "ideas" irrisorias pero efectivas.
Sin duda, el incluir en la trama, el tema de la pérdida de memoria, le daba no solo continuismo sino curiosidad a una historia que venía de ofrecer, en su primera parte, otro recurso de antaño. El matar a la protagonista para extender una guión exitoso, algo muy característico en la productora Michelle Alexander, cuando observa que una historia le puede dar mayores réditos.
La historia empieza bien. Los cambios de carácter del doctor Gustavo de la Piedra (de bueno a ambicioso) unido a la fuerza del guión por mostrar las maldades de los padres de Catalina, constituían un buen enganche con que atraer televidentes.
Ahora bien, el incluir un villano con vida propia como Zacarías y unirlo al grupo de Agustín, Duque, Mabel y Gustavo le daba otro giro a la trama. Poco a poco el guión se alejaba de la idea central de la primera entrega, el Wachimán trabajador enamorado de su niña millonaria. Ahora era un vigilante contrariado por la pérdida de memoria de su amada y frustrado por las distintas sorpresas que le depara el destino, envuelto entre la ambición y los perjuicios de gente cruel quienes no solamente desean impedir el amor de esta pareja provocando trampas y embustes, sino pueden hasta planear un asesinato con tal de obstaculizar esos deseos románticos.
Estaba claro que había de incluir un personaje sanguinario que ayude a los antiguos villanos en dicho propósito. Por ello, lo mejor de la trama está en los diversos matices que existe en la vida de Zacarías que termina por unirlo alrededor de los personajes principales, un sujeto cruel y despiadado que le otorga interés a la historia, unido a los cambios de carácter de "Duque" y su posterior traición al caer en las garras de la mujer equivocada. Sin duda, uno de los puntos fuertes de la serie son esos villanos bien caracterizados. Todos resultan efectivos y dan fuerza a la historia. El final de “Eva” y “Duque” resultaba impactante y hasta atrapaba. Lástima que optaron por ese “remate romántico” que se echó a perder porque Domínguez aún no se consolida como un actor con talento.
Ahora bien, la química de la pareja no es del todo efectiva. Además el guión no incide mucho en destacar algo que era crucial en la primera parte. Aquí, por supuesto, que existe tragedia, amor, sufrimiento, pero todo queda en el intento. Por ejemplo, el momento en que Jimena le revela a Salvador "el sacrificio" de Catalina por esconder sus sentimientos para salvarle la vida resultó de lo más simplista. Incluso la cara de Domínguez intentado demostrar sorpresa, es casi nula, porque revela la poca preparación del actor al intentar expresar sentimientos encontrados. Noten por ejemplo la expresión que tiene el actor cuando es tomado prisionero por “Duque” en el penúltimo capítulo de la trama. Se percibe una escasa preparación actoral unido a una irregular dirección. La escena no refleja lo que realmente se desea expresar.
Por otro lado, algunas escenas atrapan al televidente como es el asesinato de “Duque” a su padre así como las escenas de violencia cargado de un efectivo diálogo (la muerte del guardaespaldas de Zacarías o el atentado que deja paralitico a este delincuente), sin olvidar la degradación humana en que se convierte, a causa de la droga, Hugo "Machete" Galindo (Martín Velázquez en buena caracterización).
Dentro de las deficiencias encontramos lo absurdo que significa la vida de Tristán y Jimena que, si bien, caían simpáticos en la primera parte de la serie. Aquí su vida es tan absurda como atosigante. Está bien colocar momentos jocosos y absurdos a la trama, pero incluir escenas que rozan con la estupidez, lo único que revela es que la trama está concebida para ofrecer, “lo que sea” con tal de llegar a su capítulo número 70, por la que se debe incluir monjas bobas, un jefe de vigilantes que se deja seducir por una mujer que dice "ser virgen", entre otras perlas que no benefician en nada a la historia.
Parecería que los libretistas ya no tienen más que mostrar, además de recordarnos breves momentos del pasado de cada protagonista. Esto sería válido si se utiliza como recurso para crear intriga dentro de los personajes principales, pero en los actores de reparto resulta poco efectivo. Por ejemplo el diálogo entre Perla y Luigi, ofreciendo imágenes de anteriores capítulos, más parece querer llenar esos minutos que faltan para culminar con estos capítulos que, entre publicidad atroz y remembranzas como esta; llenan esos minutos estipulados para acabar con la historia de una vez.
LOS EXCESOS PUBLICITARIOS DE LA PRODUCTORA
Como recordamos, inicialmente la producción tenía previsto una serie de 30 capítulos. Merced a la sintonía que obtuvieron, gracias a su emisión en un canal de antena caliente, Michelle Alexander tomó la decisión de producir una segunda temporada optando por la amnesia de la protagonista luego de ser intervenida quirúrgicamente producto del atentado que sufrió. Esto no es novedad en nuestras producciones nacionales, incluso resulta costumbre en la productora realizar estos alargues. Si uno revisa todas sus producciones anteriores encontrará más de un ejemplo parecido. Lo que nos parece un despropósito es incluir toda una gama de productos publicitario dentro del guión.
Allá por 1969 cuando en "Simplemente María" colocaron a la marca Singer, líder esos años en máquinas de coser, el éxito fue apoteósico. De alguna manera el equipo liderado por Vlado Radovich justificaba el ingreso publicitario dentro de la trama porque, hasta cierto punto, era imprescindible la marca publicitaria con que “justificar” el ascenso de la trabajadora doméstica al mundo de la moda.
Muchos años han pasado y siempre ha existido el ingreso de publicidad en las telenovelas y series. Esto no solo es potestad de Perú, en México también lo realizan, igual en Argentina donde caravanas, presentaciones y merchandising de determinada producción ha estado presente con el único propósito de aumentar sintonía e ingresar un dinero extra.
No obstante en esta producción de la señora Alexander, el ingreso publicitario ya constituye un abuso y casi compite con la pauta del guión. Además eso de colocar constantemente a los actores afeitándose, lavándose los dientes y lo que es peor, echándose desodorante, es poco antiestético. Especialmente esto último, precisamente porque el ver las axilas de todos los “galanes” resulta casi repulsivo por más popularidad que estos tengan. Ni en “Al fondo hay sitio” vemos esta exageración.
El problema es que Michel Alexander siempre abusa y se va al extremo cuando tiene en frente una "mina de oro". Con este tipo de decisiones, prácticamente, los guionistas parecen ser los jefes de marca de cada producto que auspician.
FUTURAS ESTRELLAS
Eso sí, la productora debe sentirse contenta, no solo por la ganancia que significa harta publicidad dentro de su historia, además de la buena sintonía, sino por haber descubierto dos buenos aportes en las producciones de este tipo de argumentos. Y es que tanto María Grazia Gamarra como Korina Rivadeneira son las protagonistas ideales para cualquier telenovela rosa. Noten como la Rivadeneira sin destacar mucho (aún le falta mayor preparación) convence en su rol de sumisa enfermera, enamorada del galán de turno; ni que decir de María Grazia Gamarra derrochando simpatía en cada escena. Las jóvenes, son chicas a tomar en cuenta y deben ser mejor preparadas. Con este tipo de historias, con ellas como protagonistas, no tendrían nada que envidiar a Ana Brenda Conteras, Zuria Vega y tantas estrellitas de telenovelas que triunfan en otros mercados porque las producciones de cadenas internacionales, aparte de ser continuas tienen un mejor argumento que contar.
En cuanto al reparto en general destacan un otoñal Paul Martin y la bella Laly Goyzueta. En cuanto a Domínguez ya lo hemos dicho anteriormente, es un actor con el perfil ideal para ser el protagonista de esta historia, pero le falta una mayor preparación, además de buena dicción. Lamentablemente, esta vez, la pareja protagónica careció de esa química que, por lo menos, se intentaba mostrar en la primera parte de la serie.
En suma, Michelle Alexander volvió a esos excesos, del que ya nos tiene acostumbrados. Al ver esta serie uno no sabía si seguía la historia de la pareja o salía a la calle a comprar detergentes, útiles de cocina, dentífrico y desodorantes. Mención aparte merece aquella “pastilla para combatir el resfrío”, incluida en varias partes de la serie. Era horroroso y causaba harto fastidio. Es que, la productora no puede con su genio. Si observa sintonía, extiende los capítulos y si puede ingresar publicidad a la trama, se excede en demasía.
Por lo demás, también resultó cansado las cortinas de presentación en ritmo de cumbia (las últimas producciones tienen este tipo de música). Debemos quedar claro que los sectores populares no solamente escuchan reggaetón, cumbia ni nada que se le parezca. El amor para que sea efectivo también debe tener su lado romántico musical. Aquí el tema de María Grazia Gamarra, “Amarnos con el alma” resultaba más que atractivo. Hasta “Yo te haré recordar de los hermanos Yaipén pudo ser la entrada oficial de la serie. Sin embargo estas canciones solamente fueron incluidas dentro de la trama manteniendo como entrada oficial, 'Madrugadas Enteras' de Christian Domínguez que gustó, al inicio, como un himno de los provincianos que laboran en las madrugadas. Pero más allá de la sintonía que obtuvieron, nunca se observó una identificación del público con este tipo de personajes. Lo mismo ocurrió con "A ti te gusta que te choquen", un ritmo “sabrosón” y nada más. La idea de mostrar la superación de aquellos trabajadores solamente quedó en el intento.
Con todo "Mi amor el Wachimán 2" fue un producto de éxito local, aún lejano de ser esa producción competitiva de la que todos podamos salir satisfechos. Con la llegada del nuevo siglo (ya pasaron 13 años) seguimos extrañando una producción seria, sin excesos y con buen talento para pensar que el Perú pueda ya competir formalmente en el extranjero. Esta vez, las producciones de la señora Alexander, producto de sus propios excesos, sufrieron un retroceso, luego de entusiasmarnos a inicios de año por sus efectivos aciertos con “La reina de las carretillas” y hasta con la primera entrega de esta serie. Observando esta producción uno llega a la conclusión que bien podría haberse fusionado las dos partes, eliminando ese costumbrismo chichero, tan arraigado en nuestras producciones debido al pésimo concepto de que “eso es lo que le gusta a la gente”.
Ahora que América Televisión, al parecer, apostará por una mayor producción local el próximo año, esperamos mejores propuestas del canal más importante del Perú. Todos sabemos que es el canal quién decide que va y qué enmendar. Ojalá Michelle Alexander nos muestre mejores propuestas porque talento existe y la productora tiene todo para triunfar, pero sin excesos.
(*)rmanrique@elinformanteperu.com
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