Fábrica de sueños: Cuna de lobos, solamente una buena serie

¿Los tiempos cambian o el público no es el mismo? Es la interrogante que se hacen muchos televidentes al observar este formato presentado por Televisa y que se denomina 'Fábrica de sueños'.

Lima, 29 de Febrero 2019, (Por Richard Manrique Torralva / El Informante Perú).- Esta fue la segunda producción que se emitió dentro del formato denominado 'Fábrica de sueños' en la televisión mexicana. Actualmente se emite 'Rubí'.

Se trató de Cuna de lobos, una serie de 25 capítulos, producida por Giselle González y basada en la telenovela homónima de 1986 escrita por Carlos Olmos y que está considerada como clásica en el mundo de las telenovelas.

La historia (basada en la sinopsis oficial)

Catalina Creel (muy bien Paz Vega) y su multimillonario esposo, Carlos Larios (Leonardo Daniel) emprenden un paseo en su yate luego de celebrar el ostentoso aniversario del negocio familiar Gothier, la empresa comercial joyera más importante de México.

En dicha reunión, Carlos, confirma una dura verdad acerca de su familia. Alejandro Larios (Diego Amozurrutia en gran nivel), su mayor orgullo, resulta ser hijo de su hermano Francisco Larios (muy bien Flavio Medina). Devastado por la verdad, le asegura a Catalina cambiar su testamento por haberle engañado durante tantos años. Cínicamente, Catalina acepta su culpabilidad desvelando su amorío con Francisco. Cegada por el odio y su objetivo principal que ha construido por décadas, arroja a su esposo del yate, lo golpea duramente en el cráneo y provoca finalmente su muerte.

José Carlos (Gonzalo García Vivanco), hijo mayor de Carlos, asiste a la ceremonia de despedida de su padre y luego a la lectura de la cláusula del testamento de Carlos Larios, descubriendo que, para que Alejandro o José Carlos puedan ser herederos de su inmensa fortuna, alguno de los dos debe tener un hijo consanguíneo.

Para ejecutar el plan para obtener la herencia, Catalina, obliga a Alejandro iniciar una relación amorosa con Leonora Navarro (Paulette Hernández), una fotógrafa, para que le sirva como vientre de alquiler. Leonora ignora la doble vida que lleva Alejandro con Miguel Terranova (muy bien José Pablo Minor), con quien es pareja desde hace más de tres años.

Leonora da a luz al bebé de Alejandro con el nombre de Édgar, y pronto descubre toda la verdad al sorprender a su esposo con Miguel. Catalina, empecinada en perpetuar el apellido Larios y el dinero de la herencia, tratará de arrebatarle el bebé a Leonora, pero ella luchará como una loba contra la abuela de su hijo y, con ayuda de José Carlos, con quien empieza a conocer el amor verdadero, será capaz de afrontar esta interminable e implacable guerra contra esa maldad encarnada en Catalina Creel.

Catalina, el personaje mítico

Cuna de lobos funciona bien como una serie de escasos capítulos. Todo está delineado para que en tan pocos episodios una pueda conocer (si es que no lo sabe) la vida del personaje central, Catalina Creel, creadora de toda clase de maldades con el único propósito de consolidar su poder.

Recordemos que la estructura del guión original se centra en el accionar policial (muertes sospechosas), secretos familiares (el origen de Catalina y la relación con su hijo e hijastro) y la ambición por el poder (la obtención por lograr esa millonaria herencia). Si la telenovela es un clásico se debe no sólo a la importancia actoral que ofreció María Rubio; es la trama lleno de matices, conflictos y diálogos memorables que permite elevar al personaje de Catalina, creciendo y opacando a los actores protagónicos. En una época (1985) en que las telenovelas rosas estaban en todo su apogeo; el reunir a un eficiente elenco dentro de una trama misteriosa e intensa que aumenta el interés con el correr de los capítulos, tiene mucho mérito.

El guión, obviamente, centra su atención en las maldades de Catalina Creel. Pese a lo limitado de su producción, el público le dio su respaldo por lo que representaba Catalina, una villana como pocas, que sabe esconder sus conflictos amparado en la aparente fragilidad de una persona que solo guardaba odio y resentimiento.

Cómo ya se ha observado, con tal solo dos producciones realizadas, el gran problema de estas serie denominada 'Fábrica de sueños', es su limitado número de capítulos. Hay que condensar todas las referencias centrales de la historia original en un número mínimo de episodios y eso disminuye esos puntales importantes que convirtieron la trama en un clásico (uno de ellos, sin duda, el misterio en muchos de sus diálogos).

La nueva Catalina

En esta nueva versión, Paz Vega lleva el peso de la trama y no lo hace mal. El tema pasa por un tema de `posesión de la imagen'. El público que gracias a las reposiciones (Canal Telenovelas en el cable), redes sociales o simplemente lo ve en YouTube, ya tiene una idea clara quien verdaderamente representa al personaje. No hay punto ni discusión que valga, menos cuando nos encontramos ante una serie corta en capítulos (ojo que anteriores versiones a esta tuvieron nula aceptación, el público casi ni se acuerda).

Pese a todo, Paz Vega se luce con el personaje. Enhorabuena, se enmendó los errores que tuvieron en varios capítulos de 'La usurpadora'.

La trama interesa por el complemento narrativo (combinación entre la idea central del guión original agregando algunos personajes más influyentes). A ello unimos el talento de varios buenos actores encarnando papeles que necesitan esa fuerza interpretativa que permita elevar el guión e interesar a las mayorías.

Una mala no necesita fruncir las cejas y ejecutar maldades solamente, una villana necesita mostrar carácter, vileza, ser detallista; es decir hacer interesar al televidente quién sigue, no sólo a la historia, también al personaje. Por eso María Rubio se apoderó del papel antagónico y Paz Vega en un 60 por ciento de María, hace que sus muertes, maldades y jadeos logren el efecto deseado en el público.

El lado gay del personaje de Diego Amozurrutia le da un nuevo sentido a la trama y resulta un 'refresco actual' a un hecho que tranquilamente puede detallarse en cortos episodios. Su pareja, en la ficción, José Pablo Minor engrandece la trama. Le da un sentido corto pero atractivo a la ficción que la diferencia del original en forma positiva. La muerte de este personaje a cargo de Catalina con un poderoso diálogo centra la historia y la ubica estratégicamente dentro del guión original.

Lástima que los personajes centrales a cargo de José Carlos (Gonzalo García Vivanco) y Leonora Navarro (Paulette Hernández), no levantaron vuelo, aparte sus personajes eran un calco de la versión original, sin ningúnaporte narrativo. El más bajo fue el personaje de Leonora que nunca representó lo que realmente merece este papel. Lo contrario sucedió con Flavio Medina y la estupenda Nailea Norvind quién brilló como Ambar, otro papel estupendamente ingresado a esta trama ya conocida.

Cuna de lobos interesó, gustó, pero su limitado número de capítulos la ubicaron en una serie atractiva, más no consagratoria. Es de esas historias a las que uno tranquilamente puede pasar una buena tarde, sabiendo de antemano lo que nos espera y tratando de encontrar diferencias, más no conflictos, además de observar si realmente Paz Vega supera a María Rubio, con ello el morbo aumenta el encendido. Una historia con más aciertos que desaciertos.


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