TERESA: LA MALDAD NO TIENE CASTIGO
Lima, 06 Marzo 2011, (Por: Richard Manrique Torralva / El Informante Perú).- Observando el final de "Teresa" recordamos 1978 cuando todo el Perú estaba pendiente del final de "Viviana", porque había interés en saber con quién finalmente se quedaba la protagonista, si con Jorge Armando (Héctor Bonilla) o con el cándido de Julio Montesinos (Juan Ferrara), mientras en México el productor Valentín Pimstein decidió complacer al público y optó "lo que la mayoría quería", que "Viviana" se quedará con "Julio" en uno de los finales más secos que se haya visto (recordamos que se rumoreaba insistentemente lo accidentado que fueron las grabaciones de sus últimos capítulos).
En fin, todo eso nos vino a la memoria, al ver el final de "Teresa", que culminó al igual que sus maldades, de forma tan simplista como irregular y es que por más que haya tenido un elenco de primera y un guión inmortal. Eso, de nada valió porque esta versión puede haber complacido a muchos, pero finalmente deja más sinsabores que elogios.
En verdad teníamos grandes expectativas por esta nueva versión de "Teresa" y es que la versión original de 1958 forma parte importante de la historia de las telenovelas por su argumento, su intriga y las memorables actuaciones de su elenco que a pesar de los años transcurridos pasaron a la inmortalidad. Uno vuelve a ver la película que se realizó y algunas escenas de la telenovela original y se queda prendado de la actuación de su elenco y de la propia historia donde la ambición y el egoísmo aparecían reencarnados en una sola mujer, Maricruz Olivier. Era todo un melodrama que hacía llorar y sufrir a nuestras abuelitas y padres que no podían concebir tanto egoísmo y ambición en una mujer que se vale de intrigas para seducir a tres hombres. Una historia tan creíble y original que difícilmente podría argumentarse que la historia copiada, tal cual, sucumbiría en una época como la nuestra.
Pues bien, llegó a su final esta nueva versión de "Teresa", una historia no del todo aceptada más que nada por el escaso aporte narrativo que le dieron a esta nueva versión que dista mucho de su historia original y que tuvo aceptación por el buen elenco que tuvo y porque, a la larga, el pensamiento central de la historia siempre concitará interés así se realicen historias como esta, que disten mucho de lo que representó su guión original.
LA HISTORIA
Teresa Chávez (muy bien Angelique Boyer), es una joven bella e inteligente que busca desesperadamente salir de la pobreza agobiante del barrio donde vive. A pesar de ser bella y de tener el respaldo y cariño que recibe de sus padres ella vive resentida por la vida que lleva. Vive en un barrio humilde y es extremadamente pobre. No se junta con nadie de aquella vecindad, a quienes considera inferiores a ella. Solamente siente un cariño especial por su madrina Juana (impecable Cynthia Klitbo) y por su hermanita menor Rosa (Jessica Segura). Al morir su hermana, Teresa muy dolida culpa de esta desgracia, a la falta de dinero. Es por ello que planea usar su belleza como método para entrar a ese mundo lujoso al que tanto quiere pertenecer. Ni siquiera el hecho de tener de novio a Mariano, (Aarón Díaz), un muchacho pobre de la vecindad que la adora, hacen que Teresa cambie su manera de pensar y su carácter ambicioso e interesado.
Teresa estudia en una preparatoria de gente acomodada donde está becada. Allí conoce a Paulo, (Alejandro Nones), un joven rico y muy popular entre todas las estudiantes. Teresa, viendo en él su gran oportunidad de entrar al mundo de ricos que siempre soñó, rompe con Mariano y, con sus encantos, conquista a Paulo de inmediato, pero siempre ocultándole su origen humilde. Paulo le propone matrimonio, pero descubre el engaño, rompe el compromiso matrimonial, pero le propone a Teresa seguir a su lado como su amante. Teresa se niega y entonces él hace novio de Aída, (muy bien Margarita Magaña), otra estudiante de la preparatoria, bella pero egoísta y muy superficial.
Paulo y Aída humillan a Teresa, exhibiendo en público su pobreza y sus mentiras, por lo cuál ella decide vengarse y jura que jamás volverá a ser pisoteada, obtendrá lo que desee, sin importarle de qué manera ni a qué costo. Teresa se hace amiga de su profesor, Arturo de la Barrera, (como siempre eficiente, Sebastián Rulli), un prestigioso abogado, quien acepta pagarle su carrera. Ella se dedica sutilmente a conquistarlo. Sin embargo, al ver que su amiga Aurora, (muy bien Ana Brenda Contreras), se ha enamorado de Mariano, ella muerta de celos, vuelve con él. Pero al ver que Mariano se tardará mucho en hacer carrera y dinero, decide finalmente quedarse con Arturo, entonces le miente diciéndole que es muy infeliz al lado de sus padres, Armando y Refugio (Silvia Mariscal y Juan Carlos Colombo). Es por ello que Luisa, (Fernanda Castillo), la hermana de Arturo, se compadece de ella y se la lleva a vivir a su casa. Allí finalmente Teresa vuelve loco de amor a Arturo.
No obstante, la ambición puede más y en una lucha entre lo que siente y su incontrolable ambición por el dinero, Teresa al ver como Arturo se va quedando sin dinero, finge amor por Fernando (Daniel Arenas) un sentimiento que, a todas luces, parece no sentir; pero Oriana, (impecable Raquel Olmedo), la madre de Fernando, se opone tajantemente y está decidida a hacer lo que sea para separarlos, incluso quitarle la fortuna a su hijo. Sin embargo, para Teresa no hay nada imposible ya que su ambición no tiene límites.
HISTORIA CON CAMBIOS POCO AFORTUNADOS
"Teresa" al igual que su trama, tenía todo para constituirse en un futuro clásico. Un gran elenco que, en su conjunto, no desentonó, pero sobretodo una historia que no tiene pierde, así se produzcan muchas versiones porque la intriga y el desarrollo de su trama para nada luce desfasado. El arribismo, la ambición y el egoísmo siempre serán atractivos y nunca parecerá "anticuado" porque siempre está presente en cualquier lugar del mundo. No es el caso de, por ejemplo, "Simplemente María" o "El derecho de nacer" que necesitan de cierto "maquillaje" para modernizar su trama y acomodarlas a nuestra realidad.
Con "Teresa" no sucede eso. Claro, siempre y cuando se entienda e interprete el mensaje que encierra esta historia. Decimos esto al observar el resultado final de esta versión, al que la "modernizan" demasiado y con ello le quitan realismo y sentido al guión.
"Teresa" es un melodrama puro. Al estilo de las clásicas cintas mexicanas "Cuando los hijos se van" o "Nosotros los pobres" y hasta del mismo clásico telenovelero "El Derecho de nacer". El productor José Alberto Castro ya venía de producir una telenovela muy bien lograda "Rubí" (Televisa-2003) que en nada tiene que envidiar a su versión original por más qué, el discutir cual "Rubí" es mejor, o Fanny Cano o Barbara Mori, nos lleve a horas y horas de debate, porque ambas lucen perfectas y además, y eso es crucial, su guión mantenía el mensaje central. La ambición de la protagonista principal por el lujo y el poder.
En cambio aquí Castro y sus guionistas inciden en lo que siempre observamos en los creativos mexicanos. Quitarle la idea central del mensaje, todo por pensar que la historia por ser demasiado antigua (esta data de hace 50 años), tiene que cambiar de contexto. Sería largo enumerar la cantidad de historias que fueron cambiadas, por ese ilógico concepto. "Simplemente María", por ejemplo, la brillante versión peruana encarnada por Saby Kamalich, vista en todas partes del mundo y cambiada al estilo de un folletín francés encarnado por Victoria Ruffo que si bien fue vendida a varios países, nunca llegó a los picos de popularidad como sí la tuvo la versión peruana, considerada entre las tres mejores telenovelas de todos los tiempos.
Otro ejemplo, "El derecho de nacer" nunca defraudó, por más que se genere miles de debates al respecto, con sus copia realizadas en México, Venezuela, Puerto Rico y hasta la versión radial realizada en los años cincuenta en el Perú. Hasta que México, con la llegada del nuevo siglo, realizó una de las más desastrosas versiones que se recuerde protagonizado por Kate del Castillo y Saul Lizaso, en la que pretendían darle una visión dizque "más moderna" a la historia y terminaron por convertirla en un sendo fracaso.
ENTRE EL SER Y NO SER
Pero vayamos por el principio, "Teresa" tiene poca agilidad en su narrativa y, no la necesita porque la historia gira en torno a su personaje central y por ello la elección debería ser la correcta. Y Angelique Boyer auque sobreactúa por momentos, no desentona. El problema es que el guión obvia detalles importantes de este melodrama como es el continúo desprecio hacia sus seres queridos. Los padres de "Teresa" eran objeto de los más pérfidos desaires que hacían sufrir a los televidentes. Bastaba observar el maltrato físico de Maricruz Olivier para sentir cólera hacia ella y tristeza por esos padres que intentaban darle de todo, pero eso no era suficiente. En esta nueva versión, solamente se ve ese desprecio en los créditos iniciales, cuando la protagonista desaira un beso de su padre por encontrarse lleno de grasa de auto, pero después no hay nada más.
Ahora si bien el guión obvia ese detalle, también es justo reconocer que los padres de "Teresa" carecen de esa expresividad y porte escénico que deben tener unos personajes tan pobres como sufridos. Armando y Refugio (Silvia Mariscal y Juan Carlos Colombo) no llegan a convencernos de sus sufrimientos y ello conlleva a que la historia no tenga un drama sólido que refuerce las maldades de la protagonista. Imposible sería no recordar a doña Sara García impecable en cuanto melodrama sufrido haya actuado y hasta Silvia Dérbez que terminó convenciéndonos en "Mama Campanita" (Televisa-1978).
En cambio aquí los "sufridos" padres poco aportan al realismo de la trama. Más Juan Carlos Colombo como Armando. El momento de su muerte, un buen aporte del guión que se echó a perder por lo simplista de la escena, carecía de esa fuerza dramática que debía imprimirse en un momento clave para la historia. A nosotros nos hizo recordar el momento en que Rafael del Junco pierde el habla y es castigado por todas las maldades que hizo y que se ha visto en todas las versiones realizadas de “El derecho de nacer”. Cuán lejos resulta, ahora, recordar la versión radial que se hizo en los años cincuenta en el Perú de esta historia cubana, en la que el actor peruano, Carlos Egoaguirre encarnaba a don Rafael del Junco. Resultó de tal impacto, que hasta ahora se recuerda, como un grupo de exaltados fanáticos de la radionovela lo esperaron en la puerta de la emisora para pegarle por ser "tan malo".
Es que en esa época, sin video ni otras tecnologías, las escenas escuchadas se imaginaban y cuando las actuaciones eran memorables se sentían y bastaba con eso para que el público se identifique con su trama. Igual sucedió con la llegada de las telenovelas. En cambio aquí, nada de eso percibimos en los padres de "Teresa" donde el melodrama está ausente y con ello el desinterés comienza a aumentar.
Eso sí, nuestros elogios para Margarita Magaña, Cynthia Klitbo, Ana Brenda Contreras Raquel Olmedo y Manuel Landeta. Todos impecables en cada uno de sus personajes de esta producción que dista en mucho a su versión original.
Aquí observamos a una "Teresa" más moderna y por ende más maquiavélica y astuta. Castro coloca la muerte de la hermanita de "Teresa" como el "pretexto ideal" que encuentra la protagonista por intentar lo que sea por escalar posiciones, salir de la pobreza y lograr el ansiado triunfo.
Lo malo radica en que su astucia luce muy simplista, producto del poco sentido que tienen sus maldades. Nuestra "Teresa" moderna no solamente es arribista y ambiciosa sino que es mala y hasta resulta culpable de asesinatos y muertes. Todo lo contrario a su versión original donde el personaje encarnado por Maricruz Olivier justificaba sus acciones en un acto de mera aspiración social, su ambición la llevaba a planificar sus maldades, llenas de realismo y tensión.
Castro no se equivocó con Angelique Boyer. La actriz sobresale en varias escenas y tiene un buen mano a mano actoral con Oriana, (Raquel Olmedo) y con Aída, (Margarita Magaña). Y es que lo mejor de esta versión está en sus diálogos y en los enfrentamientos entre "Teresa" y sus víctimas.
Pero así como tiene buenos momentos, la Boyer también tiene escenas demasiado sobreactuadas, es por ello que decimos que la actriz cumple con su rol aunque no esté a la altura de Maricruz Olivier. Por momentos, esta nueva versión, nos recuerda a Amparo Rivelles en "La Leona" (Telesistemas mexicanos-1961) donde la actriz mostraba calidad actoral en todos los momentos en que su personaje cambiaba de actitud. Era una mujer seducida, abandonada y hasta vengativa. Es lo que le falta a la Boyer, su juventud y por ende su falta de experiencia, hace que en muchos pasajes se sienta su sobreactuación. Además, el hecho de besar a sus galanes subiendo los ojos al techo de su hogar, como expresando desamor, no dice nada y no es comparada al levantamiento de la ceja izquierda de la Olivier que resultaba memorable.
Los diálogos son detallista y concisos. Es una telenovela en donde hay que poner énfasis en los parlamentos y no en las escenas de acción. De estas hay pocas y solamente se detallan ampliamente en sus capítulos finales.
Es de destacar los muy buenos decorados y la imagen del barrio de "Teresa" , tan detallista y efectiva, que hace mucho tiempo no veíamos. El elenco de inquilinos de esa barriada mexicana cumple con su labor y permite que el lucimiento de la Boyer sea más que impactante, en muchos pasajes.
Uno de los puntos flacos de esta versión es el criterio del productor de tratar de evitar comparaciones con "Rubí". Aquí Castro evita chocarse con algunos momentos de la historia de Yolanda Vargas Dulché como la escena en que Teresa se casa con Mariano y cuando nuestra protagonista le quita el novio a Luisa. Estaba claro que si la trama había variado, lo último que debía realizar el productor y sus guionistas es que Luisita fuera a quedar plantada en el altar o que Mariano le diga a Arturo que Teresa fue suya y que ambos se liaran a golpes. Los guionistas evitan situaciones extremas para no copiar nada de lo ya mostrado en "Rubí" y por eso la historia, a medio camino, se siente estancada. A la par que el personaje de Mariano interpretado por Aarón Díaz deja mucho que desear. Tal vez sea un actor muy querido en México, con un físico envidiable y derroche popularidad, pero aquí luce muy acartonado. Imposible olvidar a Aldo Monti impecable como el sufrido y atormentado enamorado de Teresa. Díaz tendrá el perfil del personaje, pero su actuación tiene limitaciones y un léxico poco entendible que en lugar de captar sufridos adeptos, desespera. Nosotros recordamos memorables personajes de barrio, que encantaban a los televidentes de todo el mundo. Braulio Castillo impecable como el profesor Esteban en “Simplemente María” (Panamericana Televisión, Perú-1969), Daniel Lugo como "Lechuga" en "Me llaman Gorrión" (Panamericana Televisión, Perú. 1974). Más en nuestros tiempos, Juan Ferrara como el doctor Julio Montesinos en "Viviana (Televisa-1978) y Guillermo Dávila como "Nacho" el eterno enamorado en “Ligia Elena”, (Venevisión-1982). Aquí Díaz no está para el papel y encima el productor al igual que la mayoría de sus colegas mexicanos tienen respeto por los nombres y no por las historias originales y cambian el sentido de la trama y hacen que "Teresa" se olvide de su amor (clave en la historia original) y se enamore de su segundo romance, Arturo de la Barrera encarnado por Sebastián Rulli, un actor muy querido y con mayor aceptación que Díaz. Con lo que la historia se vuelve tan disparatada como confusa. Este es el momento en que las cosas se desdibujan en la novela. Ya no hay sentido a un melodrama cuya trama original se justificaba por el realismo y el sentido del guión. Aquí todo luce superficial y el concepto de la mujer ambiciosa y arribista se deja de lado cuando con el correr de los capítulos, la maldad desfigura al personaje. Para colmo se le obliga a Angelique colocarse ese pronunciado color oscuro a sus cejas para que su maldad sea terrorífica y ese "Me das miedo, Teresa" repique en el pensamiento de los televidentes con tan magros resultados. Es más, el momento del "Ser o no ser" que repite "Teresa" a mitad de las escaleras de su mansión, en sus últimos capítulos, en la que las luces se vuelven tenues, dando aires de maldad demoníaca, pasa desapercibido, por lo expuesto anteriormente.
Es por eso que, otra vez, surge la comparación porque Maricruz Olivier y el director, Rafael Banquells, no necesitaba de artilugios para que la ambición se sienta, ya que con sólo levantar la ceja izquierda y ceñirse a un guión que retrataba a la ambición en todo su esplendor, Maricruz lo decía todo y le daba sentido a los diálogos y a las escenas más impactantes.
FINAL PARA LA PLATEA
En todo caso, "Teresa" tuvo seguidores pero no incondicionales. El productor sabe como manejar la historia en base a los niveles de sintonía. Como detallamos al inicio de este artículo, su final nos hizo recordar la desastrosa culminación de "Viviana" (Televisa, 1978), cuando todo México y algunos países como el Perú, deseaban que nuestra querida Lucía Méndez se quedará con Julio Montesinos y no con Jorge Armando a quién consideraban un aprovechado y arribista. Lo cierto es que Valentín Pimstein les dio el final deseado y aunque fue un fiasco. Su argumento, su gran elenco, una historia (para la época) audaz y la belleza natural de Lucía bastaron para convertirla en un clásico del género.
Aquí Castro busca diferenciarse de "Rubí" que la vemos constantemente, sea por el cable, internet o por la reposición que se hace en las televisoras de todo el mundo (América Televisión en Perú la repone por estos días), y por ello su guión casi la sabemos de memoria, es por eso que con ese "detalle" tiene que mostrar diferencias y no similitud.
Lástima que no repararon que en la historia de Vargas Dulché, la ambición se convierte en maldad. Mientras en "Teresa" el egoísmo conlleva a la ambición y destruye a los personajes que rodean al personaje central. Algo que, ni por asomo se ve, en esta versión.
Castro percibe que su historia es exitosa y ofrece una trama meramente romántica y deja a un mínimo sector con las ganas de ver ese castigo que nunca recibe Angelique Boyer como sí lo tuvo Maricruz Olivier. Sola, triste y sin amor. Finalmente Castro nos dice que "El amor triunfa y perdona". Es sin duda un final para la platea, audaz porque genera polémica. Castro sabe que es tirado de los cabellos, por eso simplemente presenta la imagen final, para complacencia de sus miles de seguidores.
Al observar ese cierre sentimental, nosotros creímos ver al igual que la primera versión de Rubí (Televisa-1968) que Castro iba colocar una voz en off como en dicha telenovela cuando salía la voz de Yolanda Vargas Dulché diciendo: "A tí mujer que has seguido paso a paso el desarrollo de esta historia, que ella te sirva de ejemplo para evitar que tu belleza física desvanezca tu belleza moral..."
Lástima que eso no sucedió. Finalmente "Teresa" complació a sus seguidoras, pero no fue una producción que deje huellas. Quizás lo que terminó desilusionando a un reducido grupo de televidentes sea la ausencia de ese final audaz que merecía una producción de este tipo. Es que en realidad hasta los finales alternativos que se realizaron en torno a esta producción parecen mejor elaborados que ese final empalagoso que dista mucho con el perfil de la protagonista que necesitaba de ese “broche de oro” que nunca llegó.
Con todo, “Teresa” terminó siendo una producción muy superior al protagonizado por Salma Hayek, pero poco comparado a su versión original. El creer que la versión antigua era demasiado desfasada terminó por sepultar una de las historias más atractivas y solventes que hayamos observado, algo que difícilmente puede ser aburrida y desactualizada porque la ambición, la maldad, el odio y el egoísmo existirá hoy, en 20 años ó en el próximo siglo.
Comentarios