El Bienamado: oscuro costumbrismo
Lima, 03 Setiembre 2017, (Por: Richard Manrique Torralva / El Informante Perú).- Esta semana culminó en el cable, 'El Bienamado' una producción de Nicandro Díaz para Televisa. Constituye una de las pocas adaptaciones brasileñas que ha realizado esta televisora. Recordemos que Rede Globo, realizó la telenovela, adaptada de una obra teatral muy popular en Sao Paulo. En el Perú, se programó con buena audiencia la versión brasileña llamada originalmente O Bem-Amado en 1981.
La producción mexicana está protagonizada por Jesús Ochoa, Mariluz Bermúdez y Mark Tacher. También actúan Andrés Palacios, Chantal Andere, Nora Salinas e Irán Castillo, con la participación antagónica de Salvador Zerboni, y las actuaciones estelares de Laura Zapata y Alejandra García.
La historia
Odorico Cienfuegos (Jesús Ochoa) es un ocurrente y pícaro empresario quien gana la presidencia municipal de su pequeño pueblo, llamado Loreto, con la promesa de construir un cementerio. Justina (Chantal Andere), Dulcina (Nora Salinas) y Santina (Irán Castillo en buen papel), son tres hermanas solteronas quienes lo ayudan en su campaña política y con las tres tiene amoríos secretos, sin que ellas lo sepan entre sí.
Odorico tiene tres adversarios naturales: Doña Bruna, (Laura Zapata), líder de la oposición política; Homero, (Andrés Palacios), periodista local que le cuestiona todos sus actos de gobierno; y León, (Mark Tacher), el médico recién llegado, quien se encarga de que nadie muera en el pueblo.
El más grande problema de Odorico es Valeria (Mariluz Bermúdez), su hija, quien regresa al pueblo y se enamora de León, pero él no le corresponde por una culpa del pasado. La trágica muerte de su esposa (breve reaparición de Jacqueline Bracamontes), a quien un accidente le quitó la vida de ella y del bebe que esperaba. Valeria también tiene un noviazgo intermitente con Homero, el periodista, quien pierde la cabeza por ella.
Odorico está obsesionado con inaugurar su cementerio, por lo que usa diferentes artimañas para conseguir su objetivo. Desesperado por no lograr que alguien muera, planea un atentado que da lugar a un desenlace inesperado.
Costumbrismo a medias
Al terminar de ver 'El Bienamado' el debate no puede dejarse de lado. Nos preguntamos ¿Por qué ningún otro país puede, acercarse, igualar o superar, lo realizado por los productores brasileños?
Hemos dedicado varios artículos para analizar lo que sucede con las adaptaciones de historias brasileñas, pero el resultado siempre es lo mismo. Las versiones originales siguen siendo insuperables.
Al igual que lo sucedido con 'El clon' (Telemundo. 2010), el costumbrismo y misticismo, de los brasileños, se deja de lado para agregarle más romanticismo y felonía, al por mayor.
Es importante agregar que los guiones originales brasileños, de antaño, le dan poco giro argumental a los romances que se van tejiendo alrededor del protagonista principal quien, casi siempre, es un personaje mayor, no tan agraciado pero si atractivo, por lo pícaro y mundano.
En esta versión mexicana de 'El Bienamado', el peso de la historia recae en Jesús Ochoa, tal vez, el más indicado física e histriónicamente, en encarnar aquel memorable personaje creado por Alfredo de Freitas Dias Gomes a quien debemos obras como Roque Santeiro, Mandala, entre otras. El dramaturgo brasileño fue esposo de Janete Clair, famosa autora de telenovelas de TV Globo.
Jesús Ochoa tiene mucho del perfil creado para Odorico, pero sucumbe al carecer de una identidad propia. Los guionistas le quitaron ese perfil regional que tanto se resalta en la versión carioca. Para colmo es el único que funge en hablar con ‘dejo’ rural; mientras los demás pobladores se expresaban como costeñitos mexicanos.
Ochoa es un buen actor, pero el perfil señalado por los guionistas es demasiado bufonesco. El actor mexicano termina parodiando al personaje original y lo caricaturiza. Cuando se produce el cambio respectivo los libretistas lo definen como “un desquiciado” y eso nadie lo cree. Odorico siempre fue un ventajoso y malsano personaje capaz de llegar a asesinar con tal de tentar el poder. Luego de ofrecernos una actuación caricaturesca, al personaje mexicano no lo vuelven villano sino un ‘loco descarriado’. Todo por obtener un muerto para su panteón que luce demasiado modernizado, con lo que la trama comienza a sucumbir.
La historia incide más en el cuarteto romántico, creado por los libretistas, opacando la "gestión" de Odorico. En esta versión mexicana, revisamos la tragedia ocurrida con la esposa del doctor León Serrano. La muerte de su esposa es la que mejor resalta en su primer capítulo. Lamentablemente el perfil del personaje interpretado por Mark Tacher carece de la fuerza, el carácter y la fortaleza que le imprimió Jardel Filho como el correcto e impasible, doctor Juarez Leão en su versión original. Hay demasiada diferencia entre uno y otro personaje. Al incidir en un cuartero romántico, Televisa desea asegurar audiencia y repite por enésima vez una historia de celos, romance y frivolidad que el personaje del doctor rural no lo tenía. Ni que decir de su pareja, Valeria Cienfuegos cuya actriz Mariluz Bermúdez carece del histrionismo y la mística belleza de la hermosa Sandra Brea, (quien falleció a inicios de este siglo) enamorada del doctor de aquella región. Los pantalones cortos (insinuantes ‘shorts’) y la blusa desabrochada eran detalles que no pasaban desapercibida en la historia original y servían de mucho para entender la fría rigidez del doctor de pueblo que huía de ese pasado que no se conoce hasta el final de la trama. Aquí Televisa lo presenta, desde el arranque, para inyectar su empalagoso romanticismo. En la versión carioca, los largos diálogos (característica de esa época) servían para entender las insinuaciones con dosis de erotismo que Telma (personaje original brasileño) le sugería al galeno del pueblo.
Otro detalle a tener en cuenta es el vestuario de Mariluz Bermúdez que no le favorecía a su personaje, dejaba traslucir su delgada figura, que en nada contribuía a crear una mejor imagen provocadora en la hija de Odorico, cuyo perfil original era el de una mujer despampanante, deseada y aturdida en sus propios conflictos. Un personaje, que en el pasado, la podían interpretar unas jovencitas Lupita Ferrer o Maribel Guardia. Y, en nuestros días, quizás Maite Perroni le pudo sacar mejor provecho. Por otro lado, no entendemos la imposición de colocar un personaje gay como "paño de lágrimas" de Valeria. A Ricardo Fastlicht lo terminan por convertirlo en el 'cómico' de la trama.
Dentro de los actores destacados, figuran Irán Castillo como la sumisa y benevolente Santina Samperio. Además de Dayren Chávez como la bella y angelical adolescente "Luz Marina". Una joven a quién hay que seguir de cerca. Es bella y proyecta una imagen atractiva en pantalla. Una agradable sorpresa dentro del reparto lo constituyó don Eduardo Manzano, un comediante y actor de cine y televisión mexicano, muy recordado por su participación en el programa 'Eduardo II', allá por los setenta. No podemos dejar de destacar su inteligente y muy buena entrada (ojalá alguna vez las producciones peruanas tengan 'intro' dentro de sus producciones)
Por cierto, muchos de los personajes carecían de mayor fuerza interpretativa debido a que el guión sí respeto a los personajes y los incluyó a todos, pero por la poca cantidad de capítulos existentes, muchos pasaban desapercibidos. Esta producción carecía de una mejor estructuración en el casting, se llenó de personajes y no supo ordenarlos mejor según sus requerimientos.
Por otro lado, tenemos a Andrés Palacios, otra vez fungiendo de galán. No entendemos el por qué Televisa insiste tantas veces con él. Pensar que a Christian Meier se le criticó mucho su participación en “La Malquerida” (Televisa. 2014). Aquí Palacios nuevamente se muestra “duro” y falto de un mejor histrionismo para convencernos de su incertidumbre y poca convicción para decidirse por la mujer amada.
Mención aparte, merecen las solteronas, cuyas actrices no desentonan en lo absoluto. El problema es que los guionistas nuevamente se apartan del perfil original de estas mujeres quienes lo perdieron todo por amor. Ellas idolatraban a Odorico y su satisfacción sexual llegaba a su clímax cuando sucumbían por el hombre que se aprovechaba de ellas para provecho propio. Aquí terminan, cada una, con pareja y nunca se detalla la causa de esa malhadada idolatría. Por otro lado, Francisco Gattorno como "Chuy Muertes" tenía mucho más de bufonesco que de un pistolero arrepentido de sus actos. Eso sí, el actor le da un buen toque artístico a su personaje presenciando un cambio religioso a su 'vida sangrienta' resultando más creíble que el personaje original carioca.
Libretos a la mexicana
El problema no es que los tiempos han cambiado o que las mentes son otras (escaso argumento redundante), la causa son las pobres adaptaciones que se realizan. Un gobernador cuya promesa es construir un cementerio, hoy en día, se da en cualquiera de los pueblitos rurales. Ni que decir el guiño argumental que podríamos sacar alrededor de las falsas promesas que nunca se realizan o esos juramentos electorales de los más inverosímiles con el propósito de obtener el más preciado botín: el sillón presidencial.
Hay que saber entender la historia, comprenderla y sacar el máximo provecho posible. Si bien destacamos sus bellas locaciones y algunos momentos de interés, la historia se cayó y se volvió no solo redundante sino inverosímil. Un pueblo mexicano donde una cadena de montañas impida que la señal de internet y celular llegue, es poco verosímil. Debió señalarse que la trama estaba realizada en los ochenta, por ejemplo. Allí tendría coherencia con lo que se muestra.
Sin duda, hay que saber adaptar una historia costumbrista; el hombre que pretendía volar, el sujeto que se quería asesinar, son supercherías propias del misticismo regional que envuelve a un guión como este, pero bien diseñado hasta podríamos creerlo. Total, las telenovelas son productos de entretenimiento. Sin embargo, la trama se caía porque volvíamos a lo mismo de siempre, no había cambios o guiños dentro de la trama que nos pueda sacar de ese letargo impuesto durante la mayoría de sus capítulos.
En suma, nosotros nos quedamos con aquellos memorables pobladores de Sucupira, una historia original brasileña que gustaba por la originalidad de sus personajes, su sentido del humor, una historia sencilla pero a la vez deslumbrante; una diferencia sustancial que en su adaptación mexicana, nunca vimos.
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