Señores papis: ellos en el hogar
Lima, 23 Julio 2019, (Por: Richard Manrique Torralva / El Informante Perú).- Culminó 'Señores papis', como cada producción de Michelle Alexander, con un buen nivel de sintonía, en parte, porque no tiene competencia, los canales que podrían hacerle sombra descartaron lo nacional y apuestan por enlatados extranjeros (telenovelas turcas y producciones repetidas); además de algunos concursos copiados de formatos extranjeros.
Ante este panorama y teniendo el privilegio de realizar producciones en señal de 'antena caliente', Michelle Alexander corre sola, convoca a quien quiere, produce guiones propios; así como adapta guiones extranjeros gracias a los contactos del canal que la cobija. Al final, logra la aceptación mayoritaria y sigue firme con cuanto proyecto tenga en mente.
‘Señores Papis’, constituye una realización peruana producida por Del Barrio Producciones para América Televisión. Es una versión libre de la telenovela homónima argentina, del mismo nombre, escrita por Cecilia Guerty y Pablo Junovich, dirigida por Patricio González, producida y emitida por la cadena Telefe.
La historia es protagonizada por Aldo Miyashiro, Rodrigo Sánchez Patiño y André Silva. Cuenta con las actuaciones de Sandra Vergara, Marisol Aguirre, Daniela Feijoo, Alessandra Denegri, Alfonso Santistevan, Natalia Torres Vilar, Andrea Luna, Emilram Cossío, Alexandra Graña, Giselle Collao, Juan Carlos Rey de Castro, Haydeé Cáceres, entre otros.
Se trata de la cuarta versión internacional de esta comedia, realizada anteriormente por la chilena (Mega, 2016), la mexicana (Imagen Televisión, 2017) y la eslovaca (Markiza, 2018). La producción peruana no difiere mucho de su par original, salvo en las escenas finales. Por cierto, la escena de los padres a quienes los convencen en disfrazarse de 'verduras' en el nido de sus hijos, se repite en todas las versiones.
La adaptación de esta producción peruana está a cargo de Aldo Miyashiro, Alejandro Alva, Lucía Ruiz y Fiorella Méndez.
Versión peruana
"Señores papis" nos presenta la historia de cómo tres hombres totalmente diferentes, enfrentan la paternidad. Son tres padres con características muy distintas que se conocen a través de sus hijos y comparten diferentes conflictos y vicisitudes.
Ignacio Moreno (Aldo Miyashiro), es un empresario exitoso, soltero y mujeriego, a quien no le interesa tener un compromiso serio. Pero, un buen día, una de sus ex, Karina Valderrama, (Andrea San Martín) toca su puerta y le presenta a su hijo ‘Johnny ‘(Juan Pablo Abad), con quien ahora deberá aprender a convivir y a querer.
Por otro lado, Julián Álvarez (André Silva), es un muchacho trabajador, un padre viudo que deberá sacar adelante a su pequeño Lucas (Santiago Hidalgo) y a la vez luchar con el abuelos materno de su hijo, Alberto Echenique (buena reaparición del primer actor Alfonso Santistevan), quien buscará quitarle la custodia del niño en complicidad con su sumisa y sufrida esposa María Teresa (Natalia Torres Vilar).
Finalmente, Fernando Pereyra (Rodrigo Sánchez Patiño), es un padre de tres niñas con diferentes madres. Precisamente, es a través del nido de su hija Sofía, de 6 años (Giordana Cristalli), donde conoce a Ignacio y a Julián, con quienes asumirá retos inimaginables para sacar adelante a sus pequeños.
Los guiones argentinos
Vayamos, por el principio. La historia extrae un mensaje tan antiguo y conocido que ya ha sido plasmado, con éxito, en el pasado. Los padres dedicados al cuidado de sus hijos, vale decir, el ser 'padre y madre' a la vez.
Desde los tiempos de Abel Santa Cruz, gran guionista argentino, el rol de padre dentro del entorno familiar no se limitaba a ser el jefe de familia, gracias a memorables historias, el amor paternal hacia el hijo o hija traspasó los libretos y se convirtió en un relato televisivo, era la reivindicación de aquel hombre responsable que educaba y salía adelante con su retoño quien no solo le brinda alegrías, sino más de un dolor de cabeza. Abel Santa Cruz nos brindó memorables páginas, extraídas de la vida misma, como ’Papá Corazón’ (Promosa. Argentina. 1973), incluso este prototipo de padre amoroso también fue retratado en una de las historias paralelas de Jacinta Pichimahuida (ATC. 1974) con la inolvidable María de los Ángeles Medrano.
Por cierto, todas estas historias tuvieron sus secuelas mexicanas con gran éxito. El lector que sigue nuestros comentarios sabe que siempre hemos sostenido, que los guiones argentinos han sido los mejores y hoy, pese al tiempo transcurrido, nada de eso ha cambiado.
Pero ¿por qué las historias argentinas locales pocas veces han sido exportadas con éxito a nivel internacional? Uno de los motivos es el acento porteño. Recordemos que cuando Panamericana coprodujo 'Papá Corazón' en Argentina, uno de los requerimientos de Genaro Delgado Parker fue solicitar a los actores neutralizar el acento y hablar de ‘tú’ en vez de ‘vos’, para asegurar la exportación que corría por cuenta de Promosa (Promociones Modernas S.A.) distribuidora internacional de la familia Delgado Parker en Buenos Aires.
Claro, hay excepciones a la regla. A lo largo de la historia de las telenovelas, muchas producciones argentinas han sido éxitos de sintonía en el Perú, desde los tiempos de la pequeña Pinina en 'Papá corazón', la dulce maestra Jacinta Pichimahuida, el noble 'Nino', la tierna 'Carmiña, o 'el infiel' con Arnaldo André, tantos títulos argentinos emitidos en el Perú con muy buena aceptación; no así a nivel internacional, principalmente por un problema con el idioma. Por ello, Ernesto Alonso, cuando vio en Buenos Aires, la versión original de ‘Muchacha italiana viene a casarse’ inmediatamente compró los derechos para su versión en México. Por cierto, en dicho país o en la ‘antigua’ Venezuela (no la de Chávez y Maduro), mercados importantes de las clásicas telenovelas, ninguna versión original argentina fue emitida.
Los amigos de Miyashiro
Luego de este preámbulo, vayamos a la producción peruana. El ser responsable de la adaptación de esta versión posibilita que Aldo Miyashiro también haya recomendado a todo su grupo de actores con quienes ha compartido escena, desde los tiempos de 'Misterio' (Latina. Perú. 2005)
Pero, empecemos por el inicio, los tres 'señores papis' tienen actuaciones e historias dispares. Unos más que otros, logran agradar en base al ya conocido cliché del papá que se sobrepone a la adversidad y prioriza el amor hacia sus hijos.
El guión trata de equilibrar los problemas y sinsabores que pasan estos tres padres, cada uno con un problema diferente. Tenemos a Ignacio Moreno (Aldo Miyashiro) en buena química con la miss Emma (pese a todo, bien Sandra Vergara), quien logra compenetrarse románticamente con Miyashiro. El problema radica en que este guión es más familiar que adulto. Sin pecar de cucufatos, no entendemos cuál es el sentido narrativo de presentar a una mujer tan recatada y seria como Emma Díaz, quien rápidamente se va a la cama con Ignacio y luego hace lo mismo con Joaquín Gallardo (Juan Carlos Rey de Castro). Le quita veracidad al personaje debido a que ella es la que planea el engaño de hacer pasar al pequeño Johnny como hijo de Ignacio, más por un acto de humanidad que de interés.
Lo cierto es que los primeros capítulos de la historia tienen a esta pareja como los mejores. Es cierto, Miyahiro no es galán, de hecho ninguno de los tres protagonistas lo son. Observando esta historia recordamos al gran Ricardo Blume, un señor de la escena, sabía lo que significaba ser galán, a la vez de personificar a un amoroso padre en la clásica ‘Mundo de juguete' (Televisa. México. 1974), versión mexicana de ‘Papá Corazón’. Al ‘chino’ Miyahiro debieron darle otro look, cortarle un poco esa ‘barbita’, aunque debido a la imagen que proyecta en su programa de televisión, era difícil que esto se produzca. Lo cierto es que, en la versión chilena y mexicana, la fórmula fue casi la misma, utilizar actores no necesariamente con 'cierto ángel' en pantalla. Por ello, muchos criticaban en las redes (público juvenil mayoritariamente seguidor de este tipo de contenidos) el que Miyahiro sea un galán irresistible quien termina unido con la bella y carismática miss Emma. Parece que los conceptos esgrimidos, en este guión, es que un actor debe demostrar su talento. Se debe ser padre, no galán otoñal. Una lástima, ya sabemos que Michelle Alexander no maneja ese tipo de filtros en los castings.
Pero bueno, Miyahiro sale adelante porque emplea algo nato en sus actuaciones, el carisma que tiene para encantar, una mezcla de 'Caradura' y 'Tony Blades'. A su lado, Sandrita Vergara, no desentona, es la que mejor saca provecho de la imagen que proyecta en pantalla. Su personaje, recuerda a la hermana 'Camila' en 'Papa corazón'. Observando a Miyahiro, recordamos las actuaciones de Pedro Fernández en México, no necesariamente un adonis, pero ‘canta y encanta’, unido a su inocultable simpatía en pantalla, constituye motivo más que suficiente para que salga adelante con sus personajes como en ‘Hasta que el dinero nos separe’ (Televisa. México. 2005).
El problema surge cuando Miyashiro intenta demostrarnos que puede sufrir en pantalla. El rostro y la expresión facial no lo ayuda. Con sus pros y contras, la historia sobresale por un argumento muy bien delineado en la que no falta el lado cómico personificado en el destacado actor Emilram Cossío como 'Benito' quien también obtiene buena química actoral con su ‘partner’ Miyashiro.
El segundo papi, Julián Álvarez (André Silva), no termina por convencer pese al acierto de Michelle Alexander al incluir al maestro Alfonso Santistevan en la trama. El destacado primer actor no tiene un 'contrincante ideal' que engrandezca la trama. Los mejores momentos corren a cargo, nuevamente, de Andrea Luna. Aquí hay que darle su mérito a la productora y todo su grupo de colaboradores. El ver ingresar a sus actores fetiches en papeles totalmente distintos no solo los eleva actoralmente sino es un nuevo reto para la carrera de estos actores quienes demuestran que están para todo tipo de papeles. Alexander nos presenta, esta vez, a Andrea Luna como una muchacha totalmente desinhibida y adicta. Mención aparte, merece Miguel Ángel Álvarez quien luego de verlo como un 'alocado periodista de farándula en ‘Ojitos hechiceros’ (América Televisión. Perú. 2018), ahora es un prominente abogado. Bien por ello.
Finalmente el tercer papi, a cargo de Fernando Pereyra (Rodrigo Sánchez Patiño), es el que mejor llega a convencer. Su inestable personalidad va a tono con las características histriónicas del actor. Además tiene dos buenas actrices a su lado. Tanto Marisol Aguirre como Alessandra Denegri no desentonan en lo absoluto. El problema es la regular trama que les ha tocado tener, las diferencias matrimoniales lucen demasiado bufonescas. Además el otro amigo de Miyahiro, Gilberto Nué, desentona terriblemente al querer interpretar a un play boy acaudalado.
Uno de los aciertos de la producción son sus escenas en exteriores combinando las calles urbanas con los edificios sanisidrinos. También debemos destacar el acierto de incluir la música del siempre bienvenido grupo Rio, en esta producción, música ochentera que no desentona en lo absoluto, un logro por donde se observe.
Los últimos capítulos de esta producción terminan atrapando. Todos los conflictos se confluyen y terminan interesando al televidente. Una lástima que las pugnas finales tengan tan irregular dramatismo, algunos actores parecen fingir en determinada escena clave. Parece existir un nulo aporte del script, no existe una supervisión del detalle o la continuidad en la secuencia más importante del guión, la que destapa los momentos cumbres de la trama. Por ejemplo, el momento en que se descubre el pasado de don Alberto resulta demasiado impostado y poco expresivo. Mientras André Silva no para de ‘llorar’, su suegra pone una cara de susto y no de sorpresa tras conocerse ese ‘terrible secreto’. Hay un momento en que el ‘maestro’ Alfonso Santiesteban se coloca atrás de su ‘esposa’ quien no atina a nada. Hasta que aparece Fernando, quien parece presto a recibir el disparo. Una escena poco convincente. Ya imagino lo que hubieran hecho los directores mexicanos con esta escena que merecía ser explosiva, aparatosa y con harto efectismo. Todo eso, ausente, con lágrimas más que impostadas.
El final cierra como empezó, una historia con tintes de comedia familiar y un 'happy end' tal cual vimos siempre en telenovelas extranjeras cuya fórmula, cosa curiosa, ya no es utilizada en el extranjero. En cambio, nuestro país, con escasa actividad en la realización de telenovelas y series, aún puede darse el lujo de ofrecer contenidos que, bien realizados, siempre serán bien recibidos.
‘Señores papis' resulta entretenida, aunque constituye otra producción realizada bajo los mismos lineamientos de anteriores producciones de Del Barrio Producciones. En nada cambia la percepción que tenemos sobre las producciones de Michelle Alexander, amparada por esa ayuda televisiva que le da, el figurar en la televisora líder cuya señal de antena caliente programa sus realizaciones en horario estelar, además de no contar con ningún competidor que la haga desestabilizar y correr riesgos. Lo hemos dicho más de una vez, solo la competencia permitirá a productores y directores mejorar sus contenidos buscando con ello ganar en el rating. Si no existe eso, siempre creerán que su producto no necesita mayor cambio. El más claro ejemplo ocurrió en los noventa con las producciones de Panamericana Televisión, corría sola hasta que ATV lanzó ‘Los de arriba y los de abajo’ y anuló ese liderazgo televisivo. Gracias a dicha historia, muchos de los actuales realizadores descubrieron que existen otras alternativas argumentales que se pueden explotar con éxito. Desde aquella época, a la fecha, eso ha continuado. Michelle Alexander lo practica con regularidad.
Se dice que América Televisión se prepara para ofrecer contenidos, dignos de exportación. Esperemos que así sea.
(*) rmanrique@elinformanteperu.com
www.elinformanteperu.com
Comentarios
En realidad, yo dejé de ver (súper alivio) esas novelitas y claro está que su prepotón que nos toca cada noche cuando América Tv sale con la clásica propuesta de un nuevo contenido novela en su mayoría, no es más que un engaño clásico.
Definitivamente y lo digo sin tapujos, Michelle y su fábrica inherante y tóxica de estas ficciones están extremadamente lejos de alcanzar siquiera un galardón, son cada vez más insípidos, basándose más en dialogos carcuros y chancados, la insoportable música incidental del piano (ta taaaa taannn taan), repetir constantemente a los mismos actores, no basarse muy bien en las líneas de tener talento y carisma por partes iguales.
Sres Papis, no ha sido más que el viejo intento cargoso y deshumanizado, inspirándose en las discusiones hechas en flirteos, falta de tacto, miradas punzantes que hasta sobrepasan los 8 segundos, dudar de un final productivo y con una moraleja de la vieja escuela no convence en nada, un intento de convertir al padre en un objeto deambulante de pasillos psiquiátricos, donde hasta el más mínimo toque de la providencia de buenas razas y razonamientos, genera incomodidad....
De ahora en adelante, veremos a un DelBarrio muy quedado (demasiado obstinado si quiera para seguir los consejos) dando el pie cóncavo en la misma línea recta y SOLO un paso, SOLO uno y no da otros.
Aún así, más allá de un elenco que pronto quedará desbancado y desfasado, no hubo partes que me causaron risa.
A partir de ahora, conoceremos un buen público para que se ría de esas bufonadas que obtienen un puesto número 190 o más bajo
¿Pueden aunque sea los mimos reírse de esos "mágicos" momentos, en especial porque Aldo Miyashiro no supo anteponerse tan bien al papel del padre preocupado y basándose más en la algarabía que puede ser algo contagiable?