Sin tu mirada: Moderna versión de un clásico de siempre

'Sin tu mirada' tuvo un final, dicen 'innovador y moderno'. Una adaptación que cambió el esperado desenlace. La niña ciega se quedó con el tercero en discordia y ¿el galán principal?, más apesadumbrado, solitario y dubitativo que de costumbre. Delia Fiallo, creadora de este clásico inmortal, protestó pero dicen que en tiempos del Internet y el cable, el romance es cosa añeja ¿Ustedes lo creen?

Lima, 30 de Junio, (El Informante Perú).- Culminó 'Sin tu mirada', una nueva adaptación de la primera gran historia creada por Delia Fiallo, que se alejó de la trama original y generó más de un comentario por su contenido modernizado (cambiado). En México le fue bien en sintonía, todo lo contrario a lo sucedido en Perú que no pasó de ser una historia más.

'Sin tu mirada' es una realización mexicana producida por Ignacio Sada para Televisa y transmitida por Las Estrellas. En Perú fue transmitida por América Televisión en el horario de la tarde. Es la segunda adaptación hecha en México de la telenovela venezolana ‘Esmeralda’ creada por Delia Fiallo en 1970 con los memorables, Lupita Ferrer y José Bardina. La adaptación mexicana está a cargo de Gabriela Ortigoza.

La telenovela está protagonizada por Claudia Martín y Osvaldo de León, con las participaciones antagónicas de Eduardo Santamarina, Luz Elena González, Candela Márquez y Carlos de la Mota. Además cuenta con las actuaciones estelares de Claudia Ramírez, Scarlet Gruber, Emmanuel Orenday, Juan Martín Jáuregui y los primeros actores Ana Martín, Humberto Elizondo, Luis Bayardo y Cecilia Toussaint.

Nueva adaptación

En Televisa, por la cantidad de remakes que realizan y la permanente continuidad en la realización de sus producciones, buscan ‘alternativas’ para mantener la sintonía y no alejar a su público cautivo. Hemos señalado, en anteriores comentarios, que el cable y el Internet, les han pasado ‘la factura’. Y es que, pese a que un clásico telenovelero tenga tiempo de no grabarse, gracias al avance de las comunicaciones, el público puede ver, una y otra, la cantidad de versiones que existen en el mundo sobre determinado título y eso, perjudica a la producción. Debido a este tema, los productores deciden cambiar los libretos.

El problema es que los títulos escogidos para su realización son telenovelas inmortales que más de uno los tiene en mente. Han sido transmitidos por varias televisoras con éxito en sintonía. El público sabe de memoria su argumento y ese final esperado, más de uno lo quiere volver a ver.

La adaptación de Gabriela Ortigoza contiene cambios sustanciales en el argumento original, del que seguramente doña Delia Fiallo no estaría nunca de acuerdo, pero Televisa es una de las empresas que más comercializa telenovelas en el mundo y está de por medio el rating, poderoso caballero en todo negocio televisivo. Por ello, los cambios se dieron y, aunque la idea central no cambia, las innovaciones tuvieron su efecto.

Ahora bien, la escritora cubana con muchos años de experiencia sabe que las adaptaciones no siempre han sido exitosas. Si bien los cambios son bienvenidos. Recordemos, por ejemplo, que 'Simplemente María' (Panamericana Televisión, Perú, 1969), previo al éxito peruano jamás igualado hasta nuestros días, tuvo dos versiones anteriores (venezolana y argentina), totalmente irregulares. Panamericana contrató a la propia Celia Alcántara para que supervisara el proyecto y les dé el visto bueno a los encargados de la adaptación. Ella mejor que nadie, sabía lo que mejor le convenía a su historia porque lo plasmó, lo creó.


Igual sucedió, años después, cuando José Enrique Crousillat produjo en Perú, ‘María Emilia, querida’ (América Producciones, 1999) cuya versión original venezolana llamada "Emilia" fue un éxito (Venevisión, 1979). Vino la propia Delia Fiallo y supervisó los guiones e incluso agregó algunas tramas más. El éxito de la historia y su comercialización en varios países así lo comprueban.

No es el caso de Televisa, donde guionistas y escritores, los hay a montones y además, muy talentosos. El problema ocurre cuando al guión lo convierten en una ficción con excesos dejando de lado el romance clásico 'todo porque eso es añejo'.

Moderna versión

Cómo todos sabemos, la historia de Delia Fiallo tiene dos partes bien definidas. El inicio del romance en el campo y su posterior cambio, de locación, en la ciudad.

En el primer capítulo, conocemos detenidamente el origen de Marina (Claudia Martín) y Alberto (Osvaldo de León). Ellos fueron intercambiados secretamente al nacer en Valle de Bravo. Marina nació en una familia rica y Alberto en una familia pobre, sin embargo al ser cambiados ella creció en el campo con Damiana (Cecilia Toussaint) a quien creía su madre, mientras que él fue criado como el heredero de la fortuna de los Ocaranza.

Aquí conocemos a Luis Alberto Ocaranza (Eduardo Santamarina, impostando una barbaridad). Con el correr de los capítulos, el actor, por su experiencia, se apodera del personaje. En parte, a que el guión tiene un ingrediente adicional que es gravitante para que el público se enganche con su trama. Sus intensas escenas, además del 'exceso' de maldad en personajes claves como la correspondiente a Lucrecia Zamudio (Candela Márquez).

En esta primera parte, destaca Claudia Martín quien sin brillar del todo, sale adelante. Su angelical rostro y su expresión facial le permiten sacar adelante a su personaje interpretando a una dulce muchacha invidente. Eso sí, ni Osvaldo de León, menos su posterior galán, Ricardo Bazán (Juan Martín Jáuregui) están a la altura de sus personajes. No le llegan a los talones de un José Bardina, Fernando Colunga o Víctor Cámara. Menos los contrapartes de estos galanes, los venezolanos Humberto García o Henry Zakka.

El motivo que la historia no fuera del agrado de las mayorías, es precisamente que el libreto nunca les dio un carácter definido a los personajes claves, aquellos que deben luchar por el amor de Marina. Alberto demasiado dubitativo mientras Ricardo, poco expresivo en sus sentimientos.

La historia desarrollada en el campo no suscita ningún cambio en los guiones, pero en su contexto resulta poco atractiva debido a que su desarrollo tiene muchas redundancias tanto en diálogos y escenas. El verdadero cambio se percibe a partir del intento de violación de Marina a cargo de Isauro (muy bien Carlos de la Mota). El desarrollo de la escena es un agregado importante en el devenir
 de la historia. Tal vez debido a los cambios de tiempo, no fue tan especifico en las otras versiones.

A partir de allí se comienza a ver los cambios con respecto al libreto original. Para bien o mal, estos se presentan en demasía. Asesinan a Ramona, el niño pasa a poder de Isauro, el padre de Marina es un desalmado que va a la cárcel junto con su amante quien resulta ser su propia cuñada, Lucrecia asesina a Isauro, además del final más cambiado y polémico en la historia de las telenovelas. Esta vez, Marina se une al 'tercero en discordia' y deja como tonto al galán que la ama perdidamente, pero con el paso de los años la olvida (¿?)

Claro Televisa quiere contentar a todos y, gracias al Internet nos presenta finales alternativos. Tal como se observó en Teresa (Televisa, 2010) donde, previamente en televisión, vimos a la protagonista (Angelique Boyer) ser perdonada por su maestro (Sebastián Rulli); o en La malquerida (Televisa, 2014) donde Acacia (Ariadne Díaz) es perdonada por su madre (Victoria Ruffo). Pero en Internet, el público podía ver el final que más prefiera, es decir el objetivo era contentar a todos.

El problema radica en que, pese a que el Internet es un elemento vital en nuestras vidas, no todos lo tienen en cuenta, al momento de ver el capítulo final de su telenovela favorita. Muchos dan como final ‘real’, lo mostrado a través de la pantalla de nuestra televisión.

Felizmente el momento cumbre, la operación de Isauro y la muerte del doctor Zamudio (Humberto Elizondo), se mantiene en esta trama. Es una escena intensa cuyo momento fue determinante y aumentó la sintonía de esta historia en todas las versiones anteriores. Se agradece el que se haya mantenido. Un momento irrepetible.

El cambio también se produce en el segundo romance más importante de la telenovela. La correspondiente a Vanessa (muy bien Scarlet Gruber) y Paulino (espléndido, Emmanuel Orenday). Era el romance más polémico, el que más debate producía en las anteriores versiones. Recordemos que estos dos personajes nunca pueden unir su amor, producto de las intrigas de la madre ambiciosa. Aquí todo es volteado. En esta versión cristalizan su amor, pero el cambio se nota demasiado forzado. Esta vez la madre es más malvada que las anteriores y es la amante del verdadero padre de Marina. Todo un enredo literario, sin pena ni gloria. Una lástima porque esta pareja lograba adaptarse a lo que exigía el libreto y ofrecían una actuación decorosa.

En suma, Sin tu mirada, fue una producción cumplidora, pero nada más. Por cierto, se dice que podría haber una segunda parte lo que inmediatamente convertiría a este bello clásico en una serie televisiva, ya no sería una telenovela. La moda se impone y los cambios ocurren. Ojalá esto no suceda.


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