EN NOMBRE DEL AMOR: CUANDO LA EXPERIENCIA SE IMPONE
Lima, 22 Noviembre 2009, (Por: Richard Manrique Torralva / El Informante Perú).- Vamos llegando al final de un año más y como es costumbre, en esta redacción, comenzamos a comentar algunas producciones que por falta de tiempo dejamos de lado, pero que bien vale la pena dedicarle algunos párrafos, toda vez que alcanzaron buen índice de sintonía en varios países.
Una de ellas fue, En nombre del amor, una producción mexicana que llegó a su final en el Perú y que fue el remake de la recordada, gran telenovela, “Cadenas de Amargura”.
Nosotros recordamos mucho, Cadenas de Amargura, por varias razones. Primero porque la producción que Carlos Sotomayor realizó para Televisa en 1991 fue una producción exitosa que terminó por consagrar a la gran Diana Bracho quien tuvo un gran mano a mano actoral con Cinthia Klitbo quien lucía perfecta para los roles de villana. Esta telenovela fue exitosa en el Perú, mientras que en México fue una de las telenovelas más recordadas y populares de la televisión mexicana, que rompió récords de audiencia durante su transmisión, récord que hasta entonces poseía Cuna de Lobos.
Personalmente creo que el mérito de Carlos Sotomayor y su equipo fue apostar por una actriz que antes de esta producción, no pasaba de ser “una carita más”. Sin embargo, Sotomayor apostó por Daniela Castro y no se equivocó, porque aquella dulce niña lucía perfecta en dicho rol a pesar que su contraparte Raúl Araiza, no estaba a la altura de las circunstancias. No obstante el gran guión que tenían al frente y la presencia de Diana Bracho como una villana de lujo posibilitaron que la telenovela rinda sus frutos deseados. Daniela Castro no volvió a lucir su gran calidad histriónica, a pesar que tuvo otro éxito llamado Cañaveral de Pasiones, pero el año pasado nos volvió a demostrar su gran calidad destacando en Pasión, a pesar que la telenovela constituyó un fracaso rotundo y últimamente volvió a rendir una buena actuación en Mi Pecado, una producción que no caminó del todo bien, a nivel internacional.
Sin duda, Cadenas de Amargura, fue una de las grandes producciones de los noventa, algo olvidada, en tiempos en que Corazón Salvaje, la versión de Edith González y Eduardo Palomo, ocupa toda la atención del público, adicto a este género. Lo cierto es que la historia original de Cuauhtémoc Blanco que fue producida por primera vez en la televisión colombiana, merece un lugar de honor dentro de las mejores producciones de los años noventa.
EN NOMBRE DEL AMOR: LA HISTORIA
Al igual que su predecesora, es la historia de dos hermanas, Macarena (bien, Victoria Ruffo) y Carlota (muy bien, Leticia Calderón), que pagaron con dolor, soledad y resentimiento el haberse enamorado del mismo hombre, así como las consecuencias de ese amor en la etapa madura de sus vidas. Y al mismo tiempo nos narra la historia de dos niñas, Paloma (Allison Lozz), y Romina (muy bien Altair Jarabo), en donde la solidaridad y la empatía marcaron su infancia forjando una amistad que con el paso de tiempo tendrá que vencer los obstáculos propios de la juventud, en donde con la llegada del primer amor también llegan los celos, las envidias y la rivalidad.
Paloma, es una niña que tras la trágica muerte de sus padres, se ve obligada a vivir en casa de sus dos tías solteronas, Macarena y Carlota. Macarena es cariñosa, solidaria y establece una estrecha relación con su sobrina, mientras que la tía Carlota es represiva autoritaria y pareciera que goza de hacerle la vida imposible a Paloma. Un secreto de Familia es guardado celosamente por las tías que es determinante en la vida de Paloma. Cuando éste se descubra todo cambiará para ella.
Paloma cree encontrar el primer amor con Iñaki, (Luis Hacha), con quien hace planes de matrimonio, sólo que su tía Carlota se encarga de separarla para siempre de este amor. Paloma cree que nunca más podrá encontrar el amor, pues éste no se hizo para ella, pero la presencia de Emiliano, (muy bien Sebastián Zurita), le cambia la vida. Solo que éste no sólo es novio de Romina, su mejor amiga sino que también es un hombre odiado por su tía Carlota, lo que imposibilita su amor. No obstante Emiliano luchará por conseguir estar a su lado. Mientras para las dos hermanas su vida cambia, cuando del pasado regresa, Cristóbal Gamboa (muy bien Arturo Peniche), un personaje redimido que ahora con la cruz y la biblia predica el amor, sin saber que el encuentro con el pasado le cambiará la vida.
LAS PRIMERAS FIGURAN LEVANTAN LA HISTORIA
En nombre del amor, ha logrado la aceptación del público, porque no pierde la esencia central de la trama original, ayudada por el soporte que le da la presencia de las primeras figuras mexicanas, allí presentes, que sobrepasan a los actores juveniles y de paso les brindan una clase de actuación gratuita que seguramente muchos de ellos deben haber aprovechado al máximo.
La novela consta de dos historias bien definidas, el amor adulto y prohibido entre un hombre del pasado y su relación con dos hermanas con un pasado tormentoso. Paralelamente vemos el crecimiento de una adolescente que es víctima de los problemas de sus tías, pero que logra encontrar el amor de un joven quien también es víctima de otra jovencita tan absorbente y maquiavélica como la malvada tía Carlota.
El productor, Carlos Moreno, al igual que todos sus colegas mexicanos, apela al recurso de reunir a grandes figuras del ambiente artístico mexicano para apoyar a sus nuevas estrellitas y lograr mediante las Actuaciones Especiales, enganchar al público con la historia que tiene entre manos. Claro, no siempre da resultado, pero con la mayoría de las producciones de Televisa, más son logros que sinsabores, cuando se apela a dicha fórmula.
El merito de Moreno es lograr reunir a dos actrices con vasta experiencia como Victoria Ruffo y Leticia Calderón quienes se complementan muy bien durante el desarrollo de la historia. La telenovela también destaca por sus logros técnicos, a la par de sus bellas locaciones y una estupenda fotografía.
Leticia Calderón brilla como la tía Carlota y tiene el complemento perfecto con su contraparte juvenil, la bella Altair Jarabo quien opaca a la estrella central de la trama, la niña Allison Lozz, que no está para el papel estelar. Lejos, Daniela Castro, sobresalía mayoritariamente en la versión original.
Allison tiene la edad y el físico para ser la protagonista central, pero aún no muestra progresos histriónicos. No obstante, por el apoyo que tiene de sus Maestros de Actuación, la niña sale adelante y logra que su irregular actuación sea dejada de lado. Por otro lado, Sebastián Zurita, es sin duda, el mejor descubrimiento, de esta nueva generación de actores.
El joven tiene el porte de Sebastián Rulli, la simpatía de William Levi y el físico de Christian Meier, pero sobretodo tiene el suficiente talento innato para, lograr en poco tiempo, ser el galán que tanta falta le hace a Televisa.
No podemos dejar de mencionar a Arturo Peniche, Alfredo Adame, Laura Flores, Olivia Bucio y hasta el venezolano, Víctor Cámara, que a pesar de ser extranjero, se acopla muy bien dentro de este gran talento actoral.
La telenovela tiene momentos exagerados y hasta empalagosos, propios de este tipo de producciones, pero son dejados de lado por las solventes historias secundarias que suben en interés gracias a la experiencia de sus protagonistas. Es que las tramas paralelas lucen tan bien construidas que muchas veces logran que olvidemos que la relación entre Paloma y Sebastián es demasiado insulsa. No hay ese sentir de pareja que se percibían en las relaciones, por ejemplo, de Pancho y Maricruz (Quinceañera- Televisa-1987), Marisela y Fernando (Amor en Silencio-Televisa-1988), Abigail y Carlos Alfredo o la de Cheito y Mariana (Abigail-RTV Venezuela-1989), Viviana y Mariano (El Adorable Profesor Aldao- Panamericana Televisión- Perú- 1973), y por supuesto Mariana y Luis Alberto y sus “hijos” Marisabel y Beto (Los Ricos También Lloran- Televisa-1979). Todos estos nombres son inolvidables y constituyeron personajes adolescentes cuyo amor traspasaba la pantalla y consolidaron el éxito de la producción. Sin embargo, aquí, ni Paloma ni Sebastián (a pesar de lo bien que actúa Sebastián Zurita), logran el complemento perfecto, si no es por la “ayuda” de sus contrapartes secundarios.
Es importante mencionar que la principal diferencia entre la original, Cadenas de Amargura y su adaptación, En nombre de Amor, está en la cantidad de capítulos emitidos, así tenemos que, mientras que Cadenas de Amargura tuvo un total de 80 capítulos, la versión "En nombre del amor" con las tramas añadidas en su segunda etapa, llegó a 171 episodios.
Por ello, luego de la muerte de Macarena (Victoria Ruffo), por exigencias del mismo libreto y no por problemas internos, tal como se especuló en un principio, se incluyeron nuevos personajes que dieron un breve giro a la trama como el ingreso de César Evora (como siempre aceptable), Natalia Esperón, Erick Elías y la gran Carmen Montejo.
La historia ya estaba trazada así, por lo que no hubo innovaciones en sus lineamientos estructurales, con lo que la trama siguió teniendo como soporte los personajes de Leticia Calderón y Altair Jarabo quienes lograron sólidas actuaciones.
En suma, En nombre del amor, resultó una historia aceptablemente adaptada que se adentra en la intimidad de la vida cotidiana de sus personajes donde las emociones y los sentimientos, se plasmaron gracias al buen complemento actoral allí reunido, logrando destacar dos nuevas estrellitas con un buen futuro, Altair Jarabo y Sebastián Zurita, que parece seguir el mismo camino triunfal de sus exitosos padres, Christian Bach y Humberto Zurita. Enhorabuena por ello.
(*) rmanrique@elinformanteperu.com
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Comentarios
María
Muerte de Iñaqui y Macarena muestran la gran actuación de Alisson (Paloma)
Quien sí lo hizo estupendo fue Allison Lozz, lástima que lo haya dejado todo por una religión de quinta, como lo son todas las religiones.
En Nombre del Amor era muy prometedora, pero lamentablemente la arruinaron. Cadenas de Amargura sí fue un novelón de principio a fin.